Hay momentos en la vida, en los que uno no debe dejar de alzar su voz, sea pequeña, sea de poca fuerza, hasta darle al eco de sus intenciones la fuerza de la convicción. Y eso nos está ocurriendo a muchos cada vez más, cansados de ver, escuchar o comprobar que los mismos de siempre, siguen impulsando a los mismos de antes, es decir, la denominada clase política peruana que tanto daño hizo con sus silencios, divisiones, enfrentamientos y apatías, quiere ser de nuevo la razón de nuestro destino y eso, no puede dejarse pasar.
Veamos con criterio y seamos objetivos siempre: Estamos comprobando que el país sigue sin destino, pero cae estrepitosamente en el remolino de la incertidumbre, el conflicto, el caos y la revolución. Eso es innegable y si no lo notan, abran sus mentes y escuchen al más pobre tanto como al emprendedor cuyos ingresos ya no se pueden estirar más para sobrevivir.
En un país con un millón trescientos mil empleados públicos que no han trabajado más de un año y medio, y muchas decenas de miles que aún no lo hacen pero cobran puntualmente sus salarios, reciben uniformes, casacas, carteras, celulares, computadoras, vales de compras, bonos y gratificaciones… sin trabajar su jornada completa (no juzgo razones, no sean extremistas, lean), en ese país de adicionales y eternas subvenciones y decenas de programas sociales ineficientes, más de la mitad de la población que decide en un proceso electoral vive de los impuestos que generan apenas un quinto de los que contribuyen. Pero sumen un pequeño dato: las familias de esos privilegiados, son el principal componente de campaña contra la reducción del aparato público ineficiente, improductivo y que genera gasto innecesario.
¿Entonces Ricardo, hay que botar a la mayor parte de empleados públicos porque no sirven al progreso y desarrollo del país? La pregunta no se formula así. Lo que se debe hacer es generar menos leyes y menos trabas, menos condicionantes y menos trámites para que el emprendimiento, la inversión de cada familia, el esfuerzo de todo empresario PYME (y así vas subiendo en capacidades y oportunidades financieras) lo haga realidad. Hay que generar el mercado de las oportunidades gracias a la capacidad del capital privado. Hay que educar, capacitar, desarrollar habilidades individuales y coletivas para hacer empresa. Hay que devolverle al esfuerzo ciudadano, un capital semilla con soporte sostenible en el tiempo. Se necesitan soluciones privadas a problemas estatales.
Hay que acabar -por eso-, con la eterna beneficiencia del denominado “servicio público” y eso, es justamente lo que quieren ampliar y perennizar algunos supuestos líderes de la lucha por la democracia que van de canal en canal maquillando sus rostros y discursos, de radio a radio modulando la voz entre complaciente y rebelde, de sala de prensa a la conferencia virtual que se les ocurra para ponerse apretados en la foto y hacerse los patriotas y los reivindicacionistas, dejando de lado siempre a un país lleno de angustias y temores que no conoce un conductor todavía, sino varios pequeños promotores que no alcanzan el rol del liderazgo que la hora, que la historia exige.
El desesperante protagonismo de los que no convocan a nadie, parece hecho a la medida del gobierno comunista, porque le sirve de pretexto para acusar y ofender toda voz opositora.
El desesperante protagonismo de los que no convocan a nadie, no puede resucitar ingenuamente a esa podedrumbre política que permitió que el comunismo suba al poder.
¿No les agrada que se digan las cosas de esta forma? No me importa, hay que hacerlo.