Quien fuera presidente del Perú hasta hace pocos días, siempre demostró que la mentira era su segundo nombre y que la corrupción se constituía en su emblema de vida, una historia como dirigente sindical basada en discursos de odio, violencia y exacerbación del resentimiento como plataforma de lucha.
Un mal ejemplo para el magisterio, eso era Castillo; una mal ejemplo en la política tan venida a menos, eso fue Castillo; un sinvergüenza copando el poder para sacar dinero de contratos del Estado, de los proveedores del gobierno, al extremo de guardar fajos de billetes en el baño de su secretario en palacio de gobierno. Un delincuente de mala entraña, voraz, mal educado, vengativo y de actuación teatral constante para negarse en sus palabras y actos, en sus contubernios y asquerosidades, en sus inmundicias y cobardías.
El teatro estaba armado pero antes que caiga el telón, cayó el felón Castillo, un comunista de esos que miran de lado para no dar el rostro, un comunista pervertido y pervertidor que no se cansaba de vestirse como lo que nunca fue: un campesino, un rondero, un maestro. Por eso, se empeñó en ponerse como Gregorio Santos, otro comunista convicto, el sombrero cajamarquino y las uñas largas del delito.
Hemos tenido más de un año y meses a una organización de organizaciones criminales en el gobierno, donde el buró central estaba en manos de Castillo, Cerrón, Bermejo, Rojas, Bellido y el grupo de “diplomáticos garantes” que le ponían gran parte del discurso hacia afuera al presidente, en una jugada de militantes por dentro, diplomáticos por fuera, pero siempre de la mano de las coordinaciones diarias con las embajadas de México, Cuba y Venezuela, que deberán responder por su evidente y astuta intromisión y manipulación sobre los asuntos internos del país.
Castillo, el cobarde, el responsable de muertes y represión brutal contra las demandas de ciudadanos que reclamaban por sus derechos fundamentales, merece las máximas sanciones, pero no sólo él, sino todo el oscuro aparato político- sindicalista que lo acompañó en el desfalco de la nación.
Vienen horas difíciles para el cobarde, el miserable traidor a la Patria que merecería el paredón. Esa es mi opinión, esa es mi posición.
Fotografía: Primeras imágenes de Pedro Castillo detenido en Lima, Peru, 7 de diciembre, 2022 © Fiscalía de Perú