Si la traición y la perversión llevaran por nombre el de una persona, no cabe duda que le caería a la perfección el del ex presidente que fue vacado por permanente incapacidad moral, hoy demostrada hasta la saciedad, debido a la serie incuestionable de actos irregulares e ilegales que lo han caracterizado a lo largo del tiempo.
Recuerdo cuando escribí para un diario local una columna titulada “Las maldades de Vizcarra” y de inmediato fui tenazmente atacado por varios periodistas de título, pero sinvergüenzas y adulones por dinero en la práctica de su mal oficio. Y de esos, los hay ahora en la vereda que condena a Vizcarra, habiendo sido sus alquilados.
Y añadía en las redes sociales semanas después de los ataques que “para muchos, Vizcarra era un señor con antecedentes de gestión positiva en el pequeño gobierno regional de Moquegua. Sin embargo, al pasar de lo pequeño a lo nacional como fruto de una conspiración y traición, él cambió y se rodeó – a su pedido e inspiración – de gentes dispuestas a priorizar ambiciones personales o de grupos de interés, antes que ponerse como bandera de unidad las legítimas aspiraciones ciudadanas. Inició así su reinado de corrupción, maldad, perversión, persecución y maltrato imparable a toda posible oposición o estorbo, pequeña o grande, sin importar el efecto, satisfaciéndole el daño. Un todo miserable”
Durante dos años siguió este despreciable “ex presidente” con sus tretas y artimañas, delegando en un grupo operativo sus acciones contra empresas, gremios, colegios profesionales, partidos, medios de comunicación, ciudadanos opinando en redes, contra todos y amparado en una estructura de alquiler donde destacaron periodistas atacando a Periodistas, comunicadores destruyendo a otros comunicadores, empresarios traidores festinando beneficios y hundiendo a sus competidores, miembros de la Iglesia odiando a sus hermanos, y hasta deportistas, intelectuales, profesionales diversos y mercachifles convirtiéndose en la almohada protectora de su amo y patrón del mal: Vizcarra.
Todo eso lo hemos visto indignados y asombrados, pero estancados y desilusionados. Por eso, las revueltas por convocatoria de todos los manipuladores del alquiler fueron efectivas, en cambio ahora, ante otros escandalosos actos de traición al país, no pasamos de la puerta de nuestra habitación, ni siquiera miramos las calles y el ladrón, el corrupto, el sinvergüenza, grita que es un héroe y un valiente. Y por supuesto, lo aplauden las escorias que aun cobran de fuentes muy oscuras.
Los socios del “lagarto” provienen del mismo fango, del mismo lodazal de miserias y odios..