Fíjense bien, el actual gobierno no está seguro de nada, ni siquiera de cómo pasó de estar en segunda fila del montón, a ocupar el puesto que se impuso, por incompetencia en la pandemia y la gestión del Estado. Al final, fueron las mismas camisetas, los mismos protagonistas, el mismo discurso y el mismo fracaso. Así, con esas palabras, fracaso moral, fracaso de gestión, ausencia de ejemplo, carencia de liderazgo, plenitud de mediocridad.
Todo el país acompañó al señor Vizcarra en su juramentación, en los deseos de no perder la esperanza y reconstruir un camino que los propios representantes del gobierno –de su partido político- estaban dinamitando. Todo el país escuchó al señor Vizcarra anunciar medidas extremas para enfrentar y contener los efectos de las medidas del gobierno ante la pandemia, pero jamás imaginamos que para hacerlo, se rodeara o se convirtiera en el jefe de una organización que ha llevado a la tumba a miles de miles de peruanos, logrando más de ciento cincuenta mil víctimas derivadas (viudas, viudos, huérfanos, padres abandonados, estudiantes perdiendo su matrícula por impagos) y además, seis millones de desempleados que se pudieron proteger con programas y acciones de ayuda social inmediata.
Estamos en el año final de un mismo gobierno nacional fracasado y hundido en la corrupción y la mediocridad (PPK/Vizcarra), con una fractura y reemplazo de su timonel lleno de soberbia y vanidad. Así que no se victimicen y háganse visibles, den la cara y asuman responsabilidades, dejando esos discursos de pasos al costado, porque esas huellas, sus huellas, están manchadas de sangre de inocentes.
Se le dio un visto bueno señor Vizcarra, no un aval sin garantías. Usted no está cumpliendo sus funciones como Presidente de la República, no asume un liderazgo que motive a seguirlo, se calla ante las desgracias del pueblo y lo hace culpable de todo, deja de lado el esfuerzo de los emprendedores del Perú, miente como costumbre, permite que la violencia sea también una costumbre, no gobierna y ahora, se le ocurre la vieja fórmula del cadalso, formando más comisiones llenas de títulos y slogans, y nombrando supuestos expertos que son parte del fracaso que adormece la vitalidad de un país que grita por progreso y desarrollo.
Yo le diría que se vaya, pero con el reemplazo que aguarda, debo exigirle que gobierne.
Fotografía: MSN