Un año de gobierno de la suma de las izquierdas, resulta en un año de retrocesos y estancamientos, afectando a los más pobres, castigando a las clases medias y los emprendedores, ahuyentando las inversiones, promoviendo un odio nunca antes escuchado en boca de ministros y congresistas de los partidos que controlan las instituciones públicas.
El partido comunista Perú “libre” y los grupos extremistas que han ido variando de nombres, pero jamás de ideología violenta y procedencia marxista-leninista, comenzaron a destruir oficialmente el Perú un 28 de julio de 2021, cuando a la vez, desconocían el Bicentenario y pretendían ir destruyendo la Constitución Política.
Los aliados de Castillo y su mentor, Vladimir Cerrón, forman una junta de alfiles del resentimiento más perverso que se haya conocido. Así, cada uno de ellos (Bermejo, Bellido, Nájar, Rojas, y Boluarte por un lado, junto a Verónika Mendoza, Sánchez, Bazán, Francke, Guerra García y otros más en el siguiente extremo) sembraron en varios ministerios la primera andanada de camaradas y partidarios del comunismo asolapado que ha ido metiendo decenas de miles de nuevos funcionarios en el Estado (subprefectos, directores en educación, salud, trabajo, programas sociales) y en cada una de esas instancias han malversado fondos públicos, si es que no los usaron muy mal.
Pero no sólo son bandas de nuevos burócratas reemplazando a los caviares y lagartos que anidaban antes, sino que es en palacio de gobierno donde se ha creado una estructura del delito con alcances cada vez más escandalosos, que involucran no sólo esa estructura “propia” de Castillo, sino a gran parte de su familia, mediante la creación de cupos por gestiones, pagos por adjudicaciones, coimas por favores que brindan resultados irregulares e ilegales, así como el uso de recursos del Estado para satisfacciones personales.
Mientras 4 de cada 10 trabajadores sólo tienen un alimento por día, mientras 6 de cada 10 niños tienen problemas de anemia y 70 de cada 100 peruanos no consumen pan, leche, carne ni pescado, en palacio de gobierno se compra miles de pollos al mes, centenares de botellas de licor y una enorme cantidad de productos que las mesas de los pobres jamás van a ver. Palacio de gobierno es el peor ejemplo de menosprecio a la salud, la vida y la alimentación de los más pobres.
Los hospitales carecen de implementos, faltan medicinas, no se cubren los turnos de atenciones, todo es “covid” y se ha abandonado coberturas integrales en temas como la TBC multidrogo resistente, o el VIH y enfermedades de transmisión sexual. Pero para el gobierno, eso no es prioritario, como sí lo es incentivar la violencia contra las empresas privadas, castigar con más y mayores impuestos al pueblo, mientras los gobernantes, los ministros y sus familias usan autos de lujo, tienen sueldos millonarios, gastan en ropa, zapatos y viajes con el dinero del pueblo y no se vislumbra una respuesta ante tanto abuso y maltrato.
El hambre y la miseria son un castigo intolerable. Las voces del pueblo, los brazos en alto de obreros, campesinos, estudiantes, padres de familia, madres de comedores populares y ollas comunes, deben unirse en una gran protesta nacional que saque del poder a los enemigos del pueblo. Es ahora, no mañana.