Insostenibles, eso son las organizaciones políticas reconocidas en el ROP del Jurado Nacional de Elecciones y a esas “representaciones de la ciudadanía” se les está permitiendo -otra vez más- que lleguen al poder (gobierno nacional, gobiernos regionales, gobiernos locales, cámara de diputados, cámara de senadores) con candidatos que no cuentan con suficiencia profesional, antecedentes limpios, honorabilidad y honestidad individual, apego a la verdad y en especial, un árbol familiar que merezca respeto. No se les conoce por el bien, sino porque ocultan el mal, ¿o no es así?
Hasta el momento, de los casi cien nombres que se auto promocionan en redes sociales o en algunos medios que les alquilan el espacio de propaganda eventual, ni uno tiene Ideas y Propuestas, ni uno. Son solamente voces que insultan oponentes, rostros que animan la pelea, “poseros y peseteros” que creen que van a deslumbrar con alguna idiotez que se publique y genere controversias, porque esas candidaturas en pañales mojados, van hacia la estrategia absurda de quien ofende y ataca más, de quien escandaliza más, captará atención y con ello, alguna posibilidad de comprarse el voto de algunos ciudadanos que viven, como millones, en la más absoluta ignorancia y por eso, caen “facilito” en el trompo engañoso del populismo.
Como que a los peruanos nos gusta el engaño y no somos disidentes frente a las mentiras, como que creemos, para terminar así en el hoyo profundo de lo mismo de siempre, con los culpables de siempre, siendo ingenuos como siempre.
A excepción de tres partidos que hacen esfuerzos de organización y comunicación hacia sus militantes y bases en formación, el panorama es un desastre: no existen en el Perú partidos políticos sostenibles y por eso, todo se dirige a presentar caras para la temporada, pero no se dan cuenta que los ciudadanos esperan (les falta exigir) que los partidos sean eso: partidos, instituciones estables y sostenibles en el tiempo.
Por eso, cualquiera se lanza y se denomina presidenciable, sin ser candidato, apenas un “pre”, en un pre-partido.
Y finalmente, el humo contaminante que envuelve a los patéticos “candidatos” de los partidos fantasma, realza la ambición desmedida y la angurria de los que dañan el sentido de una campaña política, para convertirla en una campaña pro bolsillo.