Cuentan que dos niños camino al colegio, se encontraron en el mismo puente delgado -de solo un espacio para pasar- por donde sólo podía transitar uno a la vez, pero los dos iban a igual destino, así que lo lógico era que uno cediera el paso al compañero y listo, seguimos rumbo a la escuela y seguimos siendo amigos.
Cuentan que dos políticos camino al Congreso, se encontraron en el mismo escenario donde sólo uno puede hablar primero y el otro, después. Pero los dos estaban en el lugar de convocatoria pública, así que los buenos modales, la cortesía y la educación debían primar. No fue así, se agarraron a insultos y trompadas.
La gran diferencia –entre los niños y los políticos-, es la distancia que separa a dos almas nobles con el corazón limpio, de dos almas gemelas y distanciadas que siendo sucias, quieren serlo aún más.
En el Perú, no entendemos que hay que volver a las fuentes de los valores, de los principios, de los recuerdos, de la infancia y juventud, para reconstruir un cuerpo herido y sangrante, de daños autoinfligidos y aceptados como si fueran “naturales” y propios de tenerlos.
En el Perú creemos –unos más, otros nos resistimos a hacerlo-, que la política es un camino que traerá beneficios y destinos positivos. Eso es insostenible, inaceptable y pernicioso de sustentarlo porque la política ya no nos sirve, es una mala palabra, es la peste permanente del odio y la división, de la violencia y de los egoísmos.
Hoy el diálogo ciudadano es la nueva “política” y las metas deben de serlo para todos, para la sociedad civil en su conjunto, no para un partido o coaliciones criminales vestidas de inspiraciones temporales para hacer leyes afines al enorme bolsillo de cada rufián. Repito, el camino es el diálogo ciudadano, no el asambleísmo de los mismos de siempre, malogrando todo como de costumbre. No debemos hacerle caso a los guiones corruptos del teatro de los medios de comunicación serviles, activistas y militantes del odio, la corrupción y la impunidad.
Es inaudito por eso, que se diga ahora que “el estado de las cosas puede mejorar,” si estamos definiendo temas políticos o entendidos como tales, porque el siniestro estado del derrumbe moral no se puede mejorar, está para enterrarse una y mil veces; debemos enterrarlo ahora, no mañana, porque nosotros estaremos mañana bajo la lápida que diga: “se enterraron por no haber decidido actuar. Aquí yacen los cobardes ciudadanos del Perú”.
Amigos y no amigos: el comunismo, vestido como “la izquierda” del odio, es una plaga que se pone de moda rotativamente, que nos sonríe y que se alimenta de maldades que pueden estar a su vez arropadas de amistad y compañerismo, hasta de sentimientos que parecen ser sinceros y así se presenta, con muchos nombres cambiados, pero siendo miserable en todo momento para engañar, arrasar, destruir, dividir y matarnos. Creemos tontamente que una parte de esa miseria funciona, pero no es así, nos hiere, nos daña, nos aniquila lentamente.
El Perú no soporta más, se resiste absurdamente con ilusiones de “no hay daño, va a pasar”, pero las heridas están sangrantes, son irreversibles, se encuentran abiertas hasta el final. No observamos y no comprendemos que el dolor es hoy esa herida abierta, y esa herida durará para siempre.
La Libertad amigos, no es cosa de un momento, es historia hasta final y nos estamos jugando su vigencia, tanto como perdimos la idea de la Democracia, por eso que vemos a diario, no es Democracia, sino una mueca de lo que creemos que aún sigue, siendo frágil, estando demolida y algunos consideran…”vigente”.
El mensaje de la hora presente es participar, desde casa, desde la escuela y universidad, sindicato o junta vecinal pero participar hablando, escuchando, coincidiendo, porque nos acechan cuarenta y tres partidos políticos que están dispuestos a todo, con tal seguir siendo, los culpables de siempre.