Pese a las fiestas, no es tiempo para bajar la guardia. La subversión terrorista amenaza con una nueva ola de ataques y el estado debe estar prevenido para responder con todo.
Mientras millones celebrábamos las navidades tranquilamente, las Fuerzas Armadas y la PNP tuvieron que intervenir en Kepashiato para impedir que la toma de la central que bombea gas natural dejara de abastecer al país; la tropa ha patrullado diversos puntos de la Panamericana; y se ha intervenido fiscalmente a un ex ministro de la corrupción, así como a oficiales vinculados al pago de coimas por ascensos indebidos. Además, las guarniciones correspondientes siguen vigilantes para que no se produzcan tomas de aeropuertos, cierre de carreteras y vandalismo que afecte la propiedad pública y privada.
La seguridad no es total. Los subversivos han lanzado tres líneas de lucha. Por un lado anuncian que solo han dado una “tregua” y que están reorganizándose para retomar manifestaciones y atentados; de otro lado, junto con las ONG traficantes de derechos humanos y con la comparsa de la CIDH están denunciando a militares y policías; y, grupos vinculados directamente al Runasur de Evo Morales anuncian que comenzarán acciones armadas para la escisión, hasta conseguir la formación de una denominada República del Sur.
Frente a esto, el gobierno de Dina Boluarte reacciona a medias. El primer ministro Otárola tiene un discurso propositivo, pero la presidenta ha desconcertado al país, señalando que el tema de una eventual Asamblea Constituyente no está cerrado y que el pueblo podría decidir en referéndum. Con eso, la imagen de una política conversa a la racionalidad se ha desdibujado y nos ha hecho recordar que Dina Ercilia es parte del problema de Perú Libre, ‘Los Dinámicos del Sur’, además de cómplice de Castillo hasta hace algunas semanas; y la única razón por la que la respetamos es porque acatamos la sucesión constitucional.
Por eso debemos exigirle a esta peculiar señora que aterrice de la nube en la que se ha encaramado y forme un gabinete de guerra para pacificar al Perú y fumigar al estado infestado por unos diez mil funcionarios salidos de las filas del Movadef y de la ineptocracia castillista en todos los niveles. La diletancia política es inaceptable, con mayor razón en estas circunstancias en las que la patria está amenazada por los compañeros de ruta de la precaria jefe del estado: los malditos comunistas. ¡Presionemos con todo!