Cada semana es usual encontrar en los programas de televisión del domingo, una serie de cuestionamientos y denuncias referidas a las actividades irregulares e ilegales de algunos miembros del gabinete ministerial, de la familia del presidente de la República y también, como es costumbre, del entorno político que lo acompaña en sus desmanes y atrocidades. No es un secreto, ocurre cada semana.
Pero así como esos delitos aumentan, ocurre también que cada día se acumulan sorpresas referidas a decisiones de otros niveles, donde participan los cómplices de los medios y los partidos que son aliados del gobierno comunista que aunque se vista de rosa, el rojo se le descubre cada vez más.
Por ejemplo, según los medios de comunicación -hasta los cercanos al desgobierno del lápiz-, EsSalud se ha vuelto una caja registradora de ingresos o contratos de parientes, amigos, entenados, primos, ayayeros, coleguitas y cuanta podredumbre se pueda juntar: podredumbre referida a incapacidad, ineptitud, mediocridad y lamentablemente, delincuencia que piensa en la impunidad que le otorga esa “relación con el poder”.
Bandas de peceteros inundan la administración pública, hordas de malhechores se arremolinan detrás de la planilla del Estado, multitud de sobrevivientes caviares de los gobiernos de Toledo, Humala, Vizcarra y Sagasti se reciclan por ministerios y superintendencias, en gobiernos regionales y algunas “alicaídas alcaldías” para seguir succionando cada centavo que le falta al más pobre para un pan. Y como decía un viejo locutor deportivo… “aquí, no pasa nada”.
El Perú sigue herido en su alma y en su esencia, se le sigue sangrando pero subsiste, se le sigue dinamitando, pero revive. Hoy en día, los ciudadanos tienen otra actitud pero les falta encontrar líderes que congreguen, no figuritas que se sientan presidenciables. Por eso fallan las marchas que por multitudinarias que sean, terminan casi siempre con los selfies y discursos aburridos de “guachafitas y roncosos” que se autoproclaman los nuevos voceros de la política nacional (y algunos hasta quieren cobrar por subir al estrado o para estar una foto).
Claridad de no resucitar a esos aturdidos y pedantes de la política pasada, claridad de no volver a tener en la palestra, metidos a empujones “a los mismos de siempre, ni a los convenidos de ahora”. ¿Es difícil? Sí, porque se mueven rápido cuando ven la oportunidad de “volver a ser o volver a estar, o intentar estar y querer ser”.
La oposición, esa maravillosa palabra que todos tenemos que construir y defender, tiene al frente a un gobierno comunista vestido de capa rosada, pero con chaveta y pirulo de matanza. ¿Se le enfrenta con selfies o fotos de facebook? No pues, eso sería una torpeza.
El insostenible gobierno comunista y su legión de aliados de alquiler no son piezas de un ajedrez despreciable (siendo ellos despreciables por supuesto). Son militantes agresivos, odiadores profesionales, gentes de lenguaje violento y actitud criminal. Para vencerlos y eliminarlos de la política nacional, primero hay que limpiar el terreno descontaminándonos de los ayayeros de la democracia, desterrando a las boca de risa ampliada que sino suben a un estrado maletean en las redes, de los que cobran para hacer creer que los que acompañan una marcha fueron convocados por ellos. Hay que acabar con los busca billete, sí, los hay de rifa falsa y de estirada de mano falsa también, y son cuando se acaba el dinero o se les descubre la trampa, los nuevos aliados del gobierno en la calle Sarratea o en una beca para Inglaterra o España ¿O no es así?
Fotografía: Captura de pantalla Canal N