Los extremistas y sus socias sucias, siguen poniéndose en evidencia cada día, ante sus desbordes de locura y ante sus histerias de amargura, frente a los cuales, ya no saben qué inventar para causar lástima, como si sus fracasos y odios fueran a convertirse en oportunidades, si los exponen ante la ciudadanía, como un ataque en su contra.
Esa estrategia de herirse de mentiras y decir cualquier tontería gritando, ya no les funciona a los caviares ni a la tropa de las izquierdas del odio, que se han quedado sin referenetes, sin guiones, sin construir una avalancha de militantes y activistas poniendo en orden a sus colectividades polítcas.
Esa es la izquierda vulgar, mafiosa, feminista, machona, retrógada y bipolar que el país está rechazando a diario y así les hayan reconocido algunos grupos en el Jurado Nacional de Elecciones, no son nada, no van a ser nada.
Vemos un nuevo teatro, masivo, una victimización de los enjuiciadores y de las escandalosas soberbias y dueñas de la maldad, victimización que no nos da lástima por la mentira hecha llanto de hipocresía, amargadas y vulgares que han destrozado la imagen ya deteriorada de un periodismo que no se amilna ante los non plus ultra de la “nueva verdad”.
El miserable llanto caviar, es la propaganda oscura de todos sus fracasos y ante ese drama evidente que ellos se han autoinfringido, quedan caminos complementarios que hay que tener en cuenta para que dejen de enredar y aburrir a televidentes, radioescuchas y lectores de los medios de comunicación.
Así que a esas que inventan amenazas, a esos que dicen que los “reglan”, a los estropajos de las telenovelas de las redes, a los locutores con carnet de periodista, no hay que leerlos, ni escucharlos y tampoco verlos, porque esos caviares son los garantes de los incompetentes que siguen destruyendo al país.