Nos guste o no, los Estados Unidos de América, han dejado de ser el alguacil y mandamás del mundo libre en momentos que la humanidad requiere liderazgos sólidos, ante la arremetida del Nuevo Orden Mundial y esa suma de poderes en tensión que sólo fomentan el odio, las agresiones y las guerras.
Desde que Joe Biden asumió el poder, ha hecho todo lo posible por destruir a la clase media estadounidense, base sobre la cual se cimenta el poderío de ese otrora gran país. Entre generar o no enfrentar una inflación que crece día a día, producto de su política contra los combustibles fósiles para, según él, imponer la energía verde a la gente y las indecisiones en la dirección del gobierno, la incertidumbre gana portadas e inquieta a la sociedad en su conjunto.
Pareciera que Biden quiere asegurar las bases de la expansión de la extrema izquierda del partido que lideran Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez, enfrentando a las petroleras que estos dos personajes y sus seguidores detestan y quieren desaparecer. ¿Pero, a cambio de qué?
La crisis de gasolina ha escalado al punto que el pueblo americano ha empezado a despertar. Ya se leen miles de mensajes de ciudadanos lamentando haber votado por Biden. Pero no sólo es Biden el problema. Kamala Harris, su vicepresidente, salió diciendo al mejor estilo de la insensata Maria Antonieta de Francia que “la gente debería comprarse un auto Preus” y no manejar carros que consumen tanta gasolina. Una vez más, aísla completamente a los estadounidenses de las enormes regiones agrícolas, para citar solamente un ejemplo de ese impacto.
Los americanos que manejan esos grandes pickups que consumen cientos de dólares de gasolina o de diesel, son motores económicos de su país. Pero son en su gran mayoría, gente conservadora y contraria a esa élite intelectual que domina el partido Demócrata y que se creen superiores al resto. ¿Les suena familiar?
En todos los países hay gentes con complejos de superioridad que creen tener el monopolio de la razón. Egos muy grandes que les impiden sentarse a intercambiar ideas con otros.
Vemos como Biden se inclina ante los terroristas de Irán, estos le tiran un misil al lado de su Consulado en Bagdad, y él los premia abriendo el diálogo para un nuevo pacto nuclear que permitiría a Irán desarrollar todos los misiles que desee en 3 años. El país donde se dice “muerte a América” podría llegar a tener lo que quiere para eso. ¿En qué cabeza cabe semejante cosa?
Luego dice –Joe Biden- que quiere comprar de nuevo petróleo de Venezuela (PDVSA) para ya no adquirirlo de Rusia. PDVSA es propiedad rusa, según se lee en internet, luego de una serie de operaciones efectuadas hace pocos años.
Arabia Saudita en cambio, aliado tradicional, ni siquiera recibió la llamada de Biden. Su importancia como líder mundial –hablamos de Biden por supuesto-, está en caída libre.
Las sanciones impuestas son débiles por más que los estadounidenses digan que son la novena sinfonía. La realidad es que todos vemos como China se mantiene callada, pero amigable con Putin. China podría ser el gran ganador de todo esto. Ya es casi dueña de Estados Unidos (bonos del tesoro, deuda con China, es propietaria hasta de emblemas como el Empire State Building en New York). Le vende a USA mucho más de lo que le compra. Hasta ISIS ha revivido en Siria, luego de que Trump la redujera y dejara en estado de quietud y casi sin fondos.
Comprendamos: Esta crisis económica se extiende a todo el planeta directa o indirectamente. Los países soberanos deben entender que la hora de hacerse responsables de su propio destino es prioritaria. La guerra de Ucrania nos ha mostrado que nadie llega con la caballería como antes y si uno no está despierto y preparado para avanzar, las defensas no van a funcionar.