Las izquierdas en la hora actual, diminutas y confundidas, convertidas en decenas de nombres y marcas comerciales -porque son muchas y se fragmentan y enfrentan cada vez más-, siempre se han querido definir como “algo en contra de”, una especie de manada de espíritus críticos frente al poder e intereses de los poderosos, pero en estos tiempos en que la internet es tan cercana a todos, la verdad les ha hecho volver a su precaria integridad para ser señalados por los ciudadanos, como “el poder de los que tienen poder por el engaño”. Y es así, la gente, en especial los jóvenes, les han quitado las decenas de máscaras a los tránsfugas, traidores y sinverguenzas que con el discurso por los pobres, se han hecho millonarios, han usufructuado de cargos públicos y han mentido como eje de su discurso diario, para seguir teniendo el control político y presupuestario o para negociar con otros esa continuidad de poder y alcancía que le roba a los más pobres sus esperanzas.
Los que dirigen a las izquierdas, los autodenominados líderes, son parte del mismo grupo de teatro del absurdo que pretende usar como guión el engaño, la demagogia y el populismo y es en base a ello, que lanzan lemas y slogans como si fueran ideas y propuestas, pero son en realidad, antesalas a la miseria y al olvido, la condena y la traición al pueblo. Ya no es la revolución ni la lucha de clases lo que gritan en sus marchas violentas y agresivas, ya no existe el proletariado ni la clase obrera como el centro del poder y de las decisiones conjuntas. Hoy como ayer y como siempre fue, se ha impuesto el dinero sucio en una organización criminal que ejerce el dominio y la dirección política en cada grupo o pandilla de izquierda, y esa cúpula es la de los negocios, la del tráfico de influencias, la de las componendas, viajes de placer y degradaciones, compra turbia de propiedades, chantajes y extorsiones, riqueza sobre pobreza y definiciones sobre los eternos candidatos a cargos públicos, consultorías y subvenciones por medio de sus aparatos logísticos y de propaganda: las oenegés.
Son los caviares (envueltos en saco, blusa y corbata) y los terroristas (revueltos en una nueva flor de lis) la casta, la mafia, los que gritan y explotan, los que crean estallidos sociales, tomas, movilizaciones y muerte de los que usan y reutilizan cada vez que “es necesario hacer presente a las izquierdas”.
No existen posiciones intermedias, eres caviar o eres terrorista, siempre de izquierda, siempre contra el pueblo, contra los pobres, contra las familias, contra las empresas que dan empleo y esperanza.
El mundo no ha cambiado: Todo lo que dicen y proponen las izquierdas, es peor.