Redacción AICA.- El arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, opinó que la pobreza creciente en la Argentina que afecta casi al 50 por ciento de la población, no se debe solo a las consecuencias de la pandemia y la cuarentena, sino también a otros factores como la falta de trabajo por la abusiva injerencia del Estado, por el alto nivel de corrupción en los funcionarios públicos, por el costo de la política en un Estado elefantiásico, etc. Lo dijo en el programa Claves por un mundo mejor, emitido el sábado 11 de julio por el canal 9 de televisión.
“Queridos amigos -comenzó diciendo el prelado- hoy quiero hablar de algo que tiene que ver con las expectativas que nos aguardan después de esta situación extraña que estamos viviendo. Muchos expertos señalan que las consecuencias de esta pandemia y de la cuarentena van a ser terribles desde el punto de vista económico y social, que van a implicar un aumento de la pobreza. Eso parece indiscutible”.
“Sin embargo -acota el arzobispo- no se trata de echarle simplemente la culpa al virus pues acá hay una cuestión de arrastre, histórica. Se calcula que casi un 50 por ciento, punto más o punto menos, vive en la pobreza. Uno se pregunta: ¿Cómo es posible que en un país que puede alimentar a cuatrocientos millones de personas haya gente en la indigencia y que pase hambre? Aquí hay algo que no funciona”.
“¿Ustedes recuerdan aquella noble aspiración de que con la Democracia se come, se cura, se educa? Obviamente no ha salido tan bien, no se ha cumplido esa aspiración. Llevamos 37 años de Democracia y evidentemente la pobreza ha crecido en todo este tiempo”.
“Y uno puede preguntarse: ¿Cuáles son las causas? En primer lugar podríamos decir la falta de trabajo pero esa falta de trabajo tiene que ver con otras cosas como el de una presencia del Estado que parece abusiva. El Estado cree que todo se arregla repartiendo cosas y no ganándolas con el trabajo genuino”.
“Otra causa es la corrupción. Se ha señalado el nivel de corrupción en todos los ámbitos pero vemos funcionarios corruptos que además procuran la impunidad. También el costo de la política en general que es un costo terrible en un Estado elefantiásico. Son cosas que tienen que corregirse, que pueden corregirse”.
¿Cómo es posible que vivamos en esta circunstancia? Hace poco he leído un estudio de la Académica Olga Fernández Latour de Botas que habla acerca de la importancia de los poblados. Ella se refiere a lo que eran, tradicionalmente, los poblados de las zonas rurales y lo aplica razonablemente a lo que pasa hoy. ¿Por qué la gente se acumula en las periferias de las ciudades? ¿Por qué las villas en el Gran Buenos Aires, por ejemplo, con tantos hermanos nuestros que viven en la pobreza o en la indigencia? Este estudio que les digo mostraba la importancia de que los poblados sean humanos. En la Argentina no existe una política de población y cada uno va adonde puede o a donde quiere, y ahora se usurpan terrenos y ahí se construye un barrio y ahí queda pero eso no es sano, eso no es humano”.
“Y otra causa que hay que contar aquí es la ruina de la familia que ha sido catastrófica y tiene que ver también con el incremento de la pobreza”.
“Aquí se trata de una cuestión de humanidad. ¿Cuántos hermanos nuestros están sufriendo una pobreza oprobiosa en un país potencialmente rico? ¿De quién es la responsabilidad? Posiblemente todos podemos tener algún grado de responsabilidad pero indudablemente quienes gobiernan tienen la máxima responsabilidad. ¿Qué pasó en estos últimos 37 años? La cosa no funcionó. Quiere decir que aquí hay que cambiar la sintonía y uno se pregunta cómo se hará eso cuando los políticos tienen su propio camino, hacen la suya. Entonces: ¿los ciudadanos no contamos acaso? Las elecciones no son simplemente meter una papeleta en la urna para cumplir con el deber, las elecciones suponen que uno piensa y se supone que la política ofrece también opciones, ofrece posibilidades”.
Tras estas reflexiones y comentarios, monseñor Aguer concluyó: “Cuantas cosas hay que reformar en la Argentina. De eso depende el crecimiento del país, de eso depende la superación del drama de la pobreza. No le echemos la culpa al virus”