Todos los peruanos tenemos el deber moral de ingresar a las minas de la honestidad y la honradez que abundan en nuestro país.
Hay mucha gente buena, de grandes cualidades, que está encerrada, bajo tierra, con un susto grande porque los que están en el candelero son avezados delincuentes e incluso terroristas que se dedican a robar y a matar.
Hoy todos debemos ingresar a los socavones para sacar a los valiosos y que sean ellos quienes lleven “la voz cantante” de los asuntos más importantes para que camine bien nuestra sociedad.
Solo se requiere la normalidad de las virtudes humanas, entre las que destacan la honestidad y honradez que se desprenden de la virtud cardinal de la Justicia, que consiste en la constante voluntad de darle a cada uno lo suyo.
Tenemos que llenar todas las instituciones del país con personas honradas y honestas, que no engañen, que sean transparentes y que quieran realmente servir sin buscar un provecho personal.
Es nuestro gran deseo al terminar el año 2022: descubrir el oro de las personas honradas y honestas.
Que podamos decir al finalizar el 2023 que los hombres y las mujeres del año son las personas honestas y honradas que están dirigiendo y encaminando los destinos de nuestro país por los caminos correctos del progreso y la equidad.
Elevamos nuestra oración al Altísimo para que nos ayude a encontrar el oro de la honestidad y la honradez que nos hace ricos con las personas buenas que deben llevar las riendas de nuestro país.
¡Bendiciones para el año que empieza!
¡Que los cambios nos ayuden a encontrar el camino correcto para la felicidad de todos!
¡Feliz 2023!
Para tener en cuenta:
“La honestidad es un valor moral fundamental para entablar relaciones interpersonales basadas en la confianza, la sinceridad y el respeto mutuo Una persona que actúa con honestidad lo hace siempre apoyada en valores como la verdad y la justicia, y no antepone a estos sus propias necesidades o intereses. En este sentido, es una persona apegada a un código de conducta caracterizado por la rectitud, la probidad y la honradez” (Diccionario).
“En una persona honesta, incluso los actos más pequeños están regidos por la honestidad. Informarle al vendedor que se ha equivocado a nuestro favor con el cambio, devolverle al anciano el billete que se le acaba de caer sin notarlo, cumplir con nuestras obligaciones aun cuando nadie nos vaya a gratificar por ello, vigilar nuestras palabras en la medida en que estas puedan herir o afectar a terceros, guardar discreción ante aquello que lo amerite, ser prudentes en el manejo de nuestros recursos tanto económicos como personales, asumir la responsabilidad de nuestros errores, rectificar y corregir cuando sea necesario, ser leales y transparentes en nuestras relaciones con los otros; todo ello no es sino una breve enumeración del largo catálogo de acciones donde podemos manifestar activamente nuestra honestidad” (Diccionario).
“En este sentido, un individuo socialmente honesto se mantiene apegado a los principios del buen obrar en todos los actos que constituyen su interacción con los demás: en el trabajo, en el tráfico, en su comunidad, en sus estudios, ante el Estado; asimismo lo hará en su vida más íntima, en sus relaciones afectivas, de amistad y familiares; e igualmente en su vida interior, es decir, en aquellos aspectos de su vida que no está obligado a compartir con los demás, como sus sentimientos, sus ideas, sus gustos e intereses. Un individuo honesto, en definitiva, es ante nada honesto consigo y, por lo tanto, no se traicionará a sí mismo” (Diccionario).