Durante las últimas semanas, se han tocado temas de astronomía en razón de un eclipse, también de marcas de relojes costosos relacionados con actos de corrupción y preferencias criminales de gobierno, y se ha discutido y mucho de las AFP y nada de la desfinanciada ONP; se sigue mencionando la quiebra de PetroPerú, se debate por el incumplimiento de los compromisos de campaña del alcalde de Lima, los desaciertos de los ministros de Estado y la inutilidad de varios ministerios, así como de diversos errores, incompetencia en el ejercicio del cargo y soberbia plagada de vanidad en un gobierno absolutamente indeseable, que se mantiene -únicamente- porque si se decide que se vaya, lo reemplazarían desde el Congreso, los últimos en la fila de la incompetencia, los primeros en la cola de la criminalidad, ¿O no es así?
Nunca antes como ahora, el rechazo a quien ejerce la presidencia, en este caso Boluarte, puede decirse que es del 100% y le sigue en carrera con un 90% el Congreso de la República y los medios de comunicación en todas sus caretas: radio, televisión, periódicos, semanarios.
Ese conjunto de indeseables, rechazados y odiados, tienen unas sombras que el país ve muy mal: Poder Judicial, Ministerio Público, Junta Nacional de Justicia, Jurado Nacional de Elecciones.
Hablamos de un crisis de institucionalidad y del imperio de la impunidad, el nivel mayor de la corrupción.
Entonces, en el país de los enredos y el debate sobre lo que no es prioritario, colocan en agenda, en portadas y en la casi totalidad de noticias diarias, asuntos que no informan, hechos que no trascienden en favor del país. Se distrae con lo que no es prioritario, se deja de lado lo que mencionamos al principio, como el caso PetroPerú, un escándalo inacabable, un robo que se ha “legalizado” cambiando al directorio. ¿O no es así?
El hambre se expande, el desempleo es imparable (aunque el peruano se enfrenta a la realidad e inventa formas ingeniosas para subsistir como sea), la angustia de millones es saber si hoy -no mañana- podrá salir a las calles y no será víctima de un violento robo o de un asesinato. No tenemos gobierno, tampoco oposición.
Existe un acuerdo de piratas, ladrones y ladronas, haciendo lo que les da la gana con el país, mientras la Policía se inclina reverente como comparsa de Dina Boluarte y sus secuaces, armando un grupo de seguridad a la reina del delito, en un Perú que sigue en silencio, sin ganas de responder, incomprensible actitud de sumisión o cansancio.