No es ningún secreto que en el Perú se encuentra la central de operaciones del comunismo latinoamericano que dirigen los militares cubanos del sanguinario G2 y que desde aquí se expanden misiones y grupos de agitación en Chile, Argentina, Colombia, Ecuador y Bolivia.
Esto ocurre porque en el Perú existe una larguísima ocupación silenciosa de los servicios secretos cubanos -desde los años 70 del siglo pasado-, adiestrados por la entonces URSS Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el impero de la dictadura marxista leninista que asesinó a decenas de millones de personas por el simple hecho de no aceptar ser esclavos del terror y el comunismo.
La URSS fue la escuela de los cubanos castristas, que además ensayaban sus lecciones siendo enviados a guerras en Africa, infiltración y espionaje en Europa –como asilados y supuestos perseguidos políticos-, y en nuestro continente, como médicos “voluntarios”, entrenadores deportivos, trovadores y poetas, maestros rurales y toda ocupación que les permitió servir de canal de adoctrinamiento hacia lo que ellos llaman “las masas” y las organizaciones de base.
¿Habían tantos cubanos haciendo eso?
El comunismo trabaja siempre con mil rostros y mil palabras, un millón de esclavos y un millón de víctimas. En Cuba se menospreció la sostenibilidad de su economía (cero innovación, cero creatividad, cierre de su mercado interno) y se priorizó la dependencia casi absoluta de la URSS, el gran proveedor y dueño de la isla de los Castro. Así Cuba fue una fuente de “soldados para la revolución”, un país sometido completamente, donde el adoctrinamiento era la esencia de su nueva sostenibilidad, basada en la ideología y no en la economía y la Libertad.
Un país convertido en un ejército político tiene operadores para la exportación y militantes para la represión. Por eso Cuba ha durado tanto tiempo en la moderna esclavitud y sus ciudadanos hacen lo imposible para irse y nadie para regresar.
El modelo cubano de penetración y expansión ideológica, se alimenta de contrapartes en cada país y en una máscara de solidaridad para usar la diplomacia como elemento de infiltración. Diplomacia que trae médicos para campañas de salud y vacunaciones, en situaciones críticas de desastres o cuando arrecian situaciones sanitarias que no pueden ser cubiertas por las naciones con sus recursos.
El entrenamiento militar no escapa a ese abanico de presencia. Por eso, con las becas educativas se llevan jóvenes a formar en carreras afines a sus intereses (médicos, entrenadores deportivos, enfermeras, sociólogos, educadores, periodistas…). Al retorno, ya tienen ganchos para colgar sus proclamas, aunque el desempeño profesional de los becarios en sus países, no da para destacar.
Como pueden apreciar, Cuba es una empresa de video vigilancia y seguimiento clandestino sobre los ciudadanos, una comercializadora de información y chantajes obtenidos con espionaje, una base de operaciones para facilitar el narcotráfico y el terrorismo y todo eso, ¿Lo sabemos y aceptamos?
¿Saben que uno de los militares más sanguinarios del servico secreto cubano, y su esposa, agente de inteligencia del mismo calibre, son los embajadores de Cuba en el Perú? ¿Saben que viven en una lujosa mansión en la zona más exclusiva de Lima? ¿Saben que se reúnen constantemente con los jerarcas del gobierno de izquierda que está destruyendo la economía del Perú?
¿Lo vamos a seguir permitiendo? No.