El Papa Francisco llamó este domingo a los cristianos a ser misericordiosos y a perdonar incalculablemente, como Jesús. Desde la ventana del Palacio Apostólico, el pontífice se dirigió en ese sentido a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro para el rezo dominical del Ángelus.
El pontífice reflexionó, antes del rezo mariano, sobre la lectura del Evangelio del día según San Mateo, que se centra en el perdón, y subrayó que fuera de una lógica del perdón “no hay esperanza” y “no hay paz”.
“El perdón -dijo- es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, es el antídoto que cura los venenos del resentimiento, es la manera de calmar la ira y curar tantas enfermedades del corazón que contaminan la sociedad”. Esto se reitera en el pasaje evangélico en el que Jesús afirma con fuerza que cuando se perdona no se cuenta, sino que se cuenta “hasta setenta veces siete”, porque “¡es bueno perdonar todo y siempre!”.
Volviendo al Evangelio, el Papa recordó que Jesús ilustra la realidad del perdón a través de la parábola del rey que perdona a su siervo una deuda de 10 mil talentos, una suma “imposible de pagar, incluso trabajando toda una vida”. Ese rey, afirmó, “recuerda a nuestro Padre”, que perdona por “compasión”. Y, por el contrario, el siervo cuya deuda fue perdonada “no muestra misericordia hacia un compañero que le debe 100 denarios. Una cifra ‘sustancial’, pero en nada comparable a la anterior”.
Sin embargo, el mensaje de Cristo es “claro: Dios perdona de manera incalculable” y no podemos corresponderle, pero “cuando perdonamos a nuestro hermano, lo imitamos”.
Perdonar, señaló el sucesor de san Pedro no es, por tanto, una buena acción que se pueda hacer o no: es una condición fundamental para quien es cristiano”.
“De ninguna manera podemos compensar la misericordia de Dios. Sin embargo, correspondiendo a su gratuidad, es decir, perdonándonos unos a otros, podemos dar testimonio de Él, sembrando -explicó- vida nueva a nuestro alrededor”.
Por ese motivo, al final del comentario al pasaje evangélico realizado antes de la oración mariana, el Papa propuso un “pequeño ejercicio: tratemos ahora cada uno de nosotros de pensar en una persona que nos ha hecho daño, y pidamos al Señor la fuerza para perdonarlo”. Y perdonémosla por amor del Señor: “nos hará bien, nos devolverá la paz en nuestro corazón”, añadió.+
Con información y redacción vía AICA, agencia de información católica argentina
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