Otra vez, los mismos de siempre, los culpables de siempre, han echado mano a sus arengas, bravuconadas, demagogia y populismo para encender enfrentamientos en las calles, para atentar contra la vida de los trabajadores y amas de casa, escolares y universitarios, emprendedores y comerciantes, para asegurarse que la violencia irracional renazca en medio del desgobierno que vivimos y la inseguridad que alimentan las bandas delincuenciales que esas izquierdas criminales defienden luego con el cuento de los derechos humanos.
Esos bravucones e incendiarias de los medios de comunicación, que cada vez son menos, pero siguen haciendo daño desde programas de televisión abierta y en las redes sociales que propagandizan sus centros laborales -algo totalmente irregular e ilegal en nuestra opinión-, publican innumerables mentiras con las que pretenden dar a entender que es “ahora o nunca” el estallido caviar, el ensañamiento ultraizquierdista. Pero fallan nuevamente porque ni las 12 fracasadas “tomas de Lima” o las 122 “marchas nacionales”, ni los centenares de “comunicados” de falsos colectivos, fantasmales asociaciones y delincuenciales partidos del buen mentir y del buen vivir, el de ellos seguramente, van a poder hacer lo mismo con los mismos, para engañar a desubicados ciudadanos que, en medio de la indignación, podrían caer en las redes de la violencia.
Hacer un paro nacional, teniendo como base de impulso a las mafias del transporte público informal que causa decenas de miles de accidentes cada año y miles de víctimas asociadas, es absurdo. Esta nueva historia trata de tapar y manipular un hecho escondido bajo la alfombra del delito: más de cinco mil coasters y más de seis mil combis, las de las rutas asesinas, han debido dejar de circular este año, pero con la ayuda de algunos medios de comunicación y políticos de la ultraizquierda, lograron extender el plazo hasta fin de año, para seguir en la ilegalidad, en la impunidad.
¿Cómo podían cambiar o impedir ese retiro de unidades destartaladas, inseguras, de rutas piratas que menosprecian a los escolares, que maltratan mujeres, que permiten que rateros y cogoteros abusen de los pasajeros? Victimizándose pues, elevando sus peleas y acuerdos sucios entre ellos, hacia la escala de “no entres a mi ruta”. Y en ese afán, las izquierdas del odio no escatiman muertes ni estrategias de sangre. ¿No lo estamos viendo?
Ni un solo “dirigente” de los que llaman al paro “nacional” merece respeto o la más mínima consideración, mientras no briden ELLOS, seguridad en el transporte a los usuarios.