El momento que se vivía en el Perú, en medio de los constantes asesinatos efectuados por las brigadas terroristas del MRTA (movimiento revolucionario Tupac Amaru) y el PC-SL (partido comunista sendero luminoso) no daban esperanzas de solución inmediata. Las principales ciudades del país vivían en las sombras de los apagones que eran ocasionados por la destrucción de innumerables torres de alta tensión (de electricidad), mientras el sistema de agua potable era cada día más vulnerable por efecto de la falta de energía y por las acciones de ataques a las represas y vías de abastecimiento. El país estaba a merced de asaltantes subversivos en carreteras, mercenarios comunistas robando bancos y extorsionando comerciantes, criminales marxistas secuestrando empresarios, miles de verdugos maoístas asesinando policías, soldados y humildes autoridades en pueblos y comunidades nativas y campesinas… pero lo peor, eran los medios de comunicación ubicados en tres rumbos contradictorios: unos a favor de la subversión, otros en contra del terrorismo y, la mayoría -como siempre es- indiferentes en la negación de todo lo que pasaba.
De los medios de comunicación a favor de la subversión, en nuestra opinión, uno de ellos estaba vendido casi por completo a una sucia estrategia de “vivir del gobierno, atacándolo”, en una suerte de chantajes anticipados y pagos como reconocimiento posterior. Jugaban a semanas de desprestigio directo y luego, iban suavizando esos ataques mientras “levantaban en hombros al que fue acusado, ahora convertido en un referente del periódico”, a quien inclusive le daban una columna cada quince días. Compraban conciencias de miedo y actores de vida algo complicada, que por seguir en portadas y en cargos públicos, entregaban información a algunos medios y vendían datos a otros que les ofrecían apoyo en sus notas de prensa. Un vil juego, en el más vil de los oficios.
Lo más degradante llegaría luego del cobarde allanamiento e invasión a la residencia del embajador de Japón en el Perú, efectuado por un comando del comunista MRTA que fue entrenado en Cuba y Bolivia por operadores del terrorismo internacional español. Un tal Néstor Serpa Cartolín, al mando de ese grupo de acción, sustentado en grupos de acondicionamiento financiero y logístico, a cargo de terroristas del MIR chileno, las FARC colombianas e infiltrados en algunos periódicos militantes y canales de televisión activistas (jugando en pared) recibieron los planes de una operación secreta para la toma de la embajada y la liberación de todos los rehenes que eran torturados diariamente por los criminales comunistas del MRTA, bajo el aplauso de Sendero luminoso y los partidos de las izquierdas del odio que no dejaban de pedir “acuerdos de paz” y acatamiento inmediato de las exigencias de los subversivos. O sea, eran representantes oficiosos del sanguinario MRTA.
Un medio asqueroso, lleno de hipocresía, sin periodistas en su redacción, con guerrilleros en el teclado, traicionó al país y a las Fuerzas Armadas colocando una ilustración y detalles de la operación que se estaba gestando para lograr la libertad de los rehenes.
¿Cómo consiguieron esa información los agentes mediáticos de la subversión? Fue adquirida por acción y dinero del espionaje cubano, tan metido en nuestras instituciones por décadas. Ellos, los cubanos y sus agentes metidos en operaciones encubiertas y posiciones clave, lograron filtrar el esbozo del plan “libertad” y lógicamente, el plan se publicó en primera página del medio izquierdista que es una caricatura de la verdad y una enseña de la peor maldad contra el país. La república del odio, fue el puñal contra el Perú.
El diario que fue, se convirtió en el pasquín revoltoso que es, en la miseria humana que convierte el teclado de honor, en manipulaciones de horror.
Han pasado los años, han sobrevivido los testimonios que narran el heroísmo de nuestras Fuerzas Armadas, han sido aplastados los terroristas y ahora, toca recordar que a pesar de los gritos y ataques a la débil democracia, se hizo fuerte un sentimiento a lo largo del tiempo, para hacer que los cobardes sean señalados y nunca se repitan actos de tal miseria y traición.
¡Viva el Perú!