Una de las profesiones y actividades más emblemáticas de la historia es y ha sido el Periodismo, la escuela de la información, comunicación y narración de la verdad, el símbolo supremo de la entrega de los hechos “tal y como sucedieron” a fin que los lectores, radioescuchas y televidentes -en el primer gran momento de la prensa- fueran servidos con las imágenes y sonidos de la realidad, para no ser usados o transformados en aparatos serviles de la mentira.
En estos tiempos irracionales -los del segundo gran problema y esperanza de la prensa-, vemos que del terreno virtual comenzó a surgir como una luz mágica para iluminar mejor, pero se convirtió en dos grandes sucesos: la mayor y gran manipulación (con el soporte de las noticias falsas o inventadas para hacer daño, previos pagos o favores a contraprestación) y, la presencia activa del impulso moral y ciudadano, que ha generado una fortaleza imparable de voces contra la mentiras oficiales y oficiosas en todo el mundo, a tal punto, que en la manipulación mediática (conocida como el sicariato) se han ido reduciendo los sectores de las izquierdas de la violencia y del odio, mientras que en los grupos del mercantilismo que busca poner precio al poder, a fin de usarlo en mayores utilidades directas, se tiende a la desesperación por ausencia de “calidad delictiva en el periodismo”. Y entonces buscan angustiadamente artistas vulgares, escritores desenfrenados vistos como animadores de programas sin esencia ni contenido, cantantes que se enferman de carencia de público y de aplausos, humoristas que dan pena y tristeza por su mala evolución y hasta gentes que se dicen feministas, pro algo o contra todo, promotores de un género desconocido y por supuesto… periodistas militantes y activistas del resentimiento político por difundir.
Estábamos en el péndulo de la presión mediática y el poder político. Hemos avanzado al territorio de “verdad o mentira”, donde lógicamente los medios de comunicación -ahora-, son la mentira protagonizada en plataformas que intentan, subliminalmente unas veces y agresivamente otras, manipular a los ciudadanos, que son los dueños del territorio de “verdad”.
Tenemos nuestro territorio de Libertad ciudadana y debemos cerrar las fronteras humanas a la criminal estupidez de la manipulación mediática, que quiere invadirnos para que volvamos a dividirnos, para que desunidos, ellos y ellas gobiernen las mentes con desinformación y perversidad.
De eso se trata el principio de extorsión mediática, no pueden negarlo; es más, lo promocionan en las aulas de las universidades donde campean los operadores de los medios, dando cátedra al nuevo rostro de la prensa de alquiler y de miseria profesional, por el cual “las noticias tienen precio” y el descrédito “toma peso, a cambio de”.
El periodismo ha caído muy bajo, está compitiendo con la política, es decir, con la delincuencia que gobierna y con la criminalidad que quiere reemplazarla en el poder.