Lo que más caraceriza a las izquierdas “ligth” y “agresivas” de los bares finos y fondas de música andina donde quieren parecerse hipócritamente al pueblo que detestan (de allí su racismo desde la universidad y las oenegés donde parasitan para trabajar, según dicen), es que ante una evidencia de delitos detectados en alguno de sus ídolos de barro y agresividad constante, salen en manada, ocurre una estampida de los soldados y soldadas del activismo, de la militancia radical, cuyas venas están impregnadas de la violencia propia de las izquierdas del odio. “Atacan a uno, atacan a todos” es el lema de los prisioneros ideológicos del mal y de la perversión, de los que siendo marxistas leninistas de folleto, se hacen académicos progres y caviares de conferencias sin público racional, negando su origen, su precario desarrollo, su nulo final.
Hasta el momento pre-gorritiano, el de las denuncias en su contra, había fervor e idolatría en sus huestes y establos; ahora, los cuchillos han surgido rápidamente para “deslindar de unos y de otras” porque la suciedad esparcida, nadie -de ese submundo mediático y político- quiere aceptarla como propia, sino que dicen, se trata que “en algún momento” compartieron algún proyecto o propuesta… “pero nada más”; es decir, van poniendo parches a la herida abierta de donde brota demasiada pus (y criminalidad).
Don “Gus” (o doña “Gus”, como también se le conoce por sus aventuras con un tal Jarvi el sucio), ordenó a la tropa caviar y mediática salir en mancha (como sus suciedades), usando toda la infaestrucutura Trol de sus redes sociales, a fin de atacar y no responder, pero siendo tantas evidencias del manejo delicitivo, de “las fuentes” y “colaboraciones eficaces” y “testimonios protegidos”, poco a poco le están dejando de lado, en silencio, salvo el enfermito del espejo, que dice defenderlo, pero lo acusa y señala de fotocopiar expedientes para presentarlos como si fuera una investigación periodística (¿el “enano” se copió nuestra denuncia y se lava de amistades denunciando lo que él hace?)
No nos alegra el desprestigio que las izquierdas del odio han causado al Periodismo, pero es notorio que el remolino de la caviarada está en proceso de traición pública (y extinción privada).
Ideelizar -no idealizar- al periodismo, ha sido un crimen político. Por eso les recuerdo a esos criminales lo que dijo Maquiavelo: “los celos, la avidez, la crueldad, la envidia, el despotismo son explicables y hasta pueden ser perdonados, según las circunstancias; los traidores, en cambio, son los únicos seres que merecen siempre las torturas del infierno político, sin nada que pueda excusarlos”. Ese será el fin de los que hieren por décadas la frágil democracia peruana, usando rebaños de corruptos operadores y sicarios mediáticos, a cambio de un dinero tan sucio como sus sucias conciencias.