Son los mismos de antes y los mismos de ahora, son dos mitades que comparten el mismo olor y sentimiento, la misma composición; unos más extremistas, otros más mercantilistas, pero ambos lados, del mismo barco pirata contra la democracia y nuestras libertades. Hablamos del gobierno de un Pedro Castillo de ultra izquierda y el de su vicepresidente Dina Boluarte también de esa misma ultra izquierda del partido comunista Perú libre, siendo las dos medias naranjas del mismo árbol de la ineficiencia y la maldad contra los más pobres, las clases medias y los emprendedores.
No acepto que digan que no se debe criticar al gobierno de Boluarte, porque se les hace un favor a los comunistas, a los caviares y a los progres. No, no lo acepto, porque entonces, al no criticarla, se les estaría haciendo un favor a los ladrones, sinvergüenzas, corruptos y traidores del congreso.
Los peruanos no estamos en medio de Dina y su pareja asesina, y los del congreso del caos y la anarquía. Los peruanos estamos en nuestro lugar, estamos trabajando por sobrevivir, luchando por no hundirnos en la miseria y en el hambre al que este gobierno de Boluarte, que es la continuación del de Castillo, nos está llevando a millones de familias sin que se le ponga un necesario ¡Alto!
La economía se ha estancado hace más de tres años y entró en cuesta de retroceso progresivamente, pero se ha ido maquillando el desastre en camino, desde los gobiernos del incompetente de Sagasti, el mentiroso de Castillo y la artista de rostro de concreto de Boluarte, mientras que los únicos que luchaban por hacerse entender que la inversión privada era lo que podía hacernos salir a flote, los empresarios y los emprendedores, desarrollaban más esfuerzos –sin ser entendidos-para no detener la producción nacional minera, pesquera, agrícola y pecuaria, de construcción, servicios y manufactura en especial.
Pero los gobiernos de los tres tristes “gatillos desencadenantes del disparo fatal” (o sea: Sagasti, Castillo y Boluarte) fueron sembrando con sus odios y resentimientos, políticas de estancamiento, de inmovilidad y de castigos tributarios, de permisibilidad al caos recurrente y la presión extremista de las izquierdas del odio por destruir y arrasar todo, consecuencia que hoy vivimos y que todavía no explota.
El retroceso en la economía y la caída de la producción nacional, son culpa de Castillo y Boluarte, con la antesala del ultra caviar Sagasti, que a modo de continuidad al criminal gobierno de Martín Vizcarra (que aprovechó la pandemia para incrementar la corrupción y la impunidad), han logrado contra el país un mal que está ahorcando a las familias, haciendo que la economía no crezca este año y que signifique la pérdida de más de un millón de empleos, sobre todo en los más jóvenes.
Hay un país incendiándose, hay un país que no se calma, estamos en un momento de alto riesgo, donde el populismo sale a jugar sus cartas sucias, asquerosas y miserables nuevamente.