En toda educación humana se debe combinar el cariño con el ascetismo, que es la relación entre la comprensión al educando y el respeto que este le debe a quien lo educa. Es una relación de buen trato, fino, elegante y a la vez sencillo, sin alardes ni disfuerzos, sin engolamientos ni pedanterías.
Las razones más profundas se transmiten con las virtudes humanas en un ambiente de paz y armonía, sin alteraciones ni brusquedades, sin hacer aspavientos ni escándalos. No se puede convencer con el hígado tocando heridas y pisando callos. Las argumentaciones pierden cuando las pasiones están elevadas y hay descontrol.
Las personas buenas y sencillas convencen
El excesivamente emotivo no convence. Para persuadir con los argumentos hace falta primero que sean verdaderos. Solo la verdad se puede transmitir con la integridad de una personalidad armónica que convence. No solo convence el argumento, convence éste con la persona que lo transmite. El ser humano recto se conmueve sanamente con el esplendor de la verdad que expresa una persona buena.
La naturalidad del amor es una cabeza fría que puede razonar con claridad y con el acompañamiento de un corazón caliente, que es una expresión grande de felicidad y de amor que trasciende necesariamente para tocar las fibras de otros corazones.
El sentimentalismo es pura actuación mentirosa
El puramente sentimental es un papel encendido que calienta un segundo y enseguida se apaga.
El sentimental es un voluntarista que se esfuerza en victimizarse o enseñar situaciones que muevan los sentimientos de los ingenuos, imberbes, o puramente sentimentales, que no buscan la verdad, ni les interesa y solo funcionan con las emociones. Van de emoción en emoción.
Ellos son los que dicen, cuando las cosas se ponen cuesta arriba, que ya se les acabó el amor y que tienen derecho a otra opción; o nunca entendieron lo que es el amor o hay muchos grados de malicia en sus corazones. Tampoco entienden el valor y la trascendencia de un compromiso o de un juramento.
La persona buena y correcta construye bien sus argumentos, de un modo razonable y convincente. Es lo que se requiere para que un trabajo camine bien y una sociedad funcione.
No se puede caminar bien cuando las personas tienen como argumento lo que es más placentero o lo más conveniente para sus intereses, sin tener en cuenta la justicia, la moral y la verdad.
La complicidad de los consensos sin una honradez de fondo es desagradable desde el punto de vista humano y genera situaciones de informalidad que están en el umbral de la corrupción.
Se crean así situaciones falsas con una “normalidad” que es totalmente indecente y que clama al Cielo.
Cuando predomina el sentimentalismo en una sociedad se cae fácilmente en victimizaciones e hipocresías que podrían generalizarse en personas sensibles que van buscando situaciones favorables sin que tengan que esforzarse demasiado para conseguir algo.
Si eso no se corrige tendremos una sociedad mediocre que no podrá salir del “pantano” en que se encuentra por los enredos nefastos de la informalidad.