Cada semana, los dispersos y desubicados de las múltiples y empequeñecidas izquierdas del odio se ponen a inventar noticias, temas y discursos que no captan atención y se destilan en un par de tardes de envenenados dardos -opiniones, comentarios, artilugios- cargados de ataques, agresiones y violencia verbal, incitando a que se conviertan en balas de la muerte y bombas de incendio fatal contra la frágil y débil democracia que los confiados ciudadanos creen que puede mejorar “porque es posible un diálogo con todos” a pesar del miserable ataque que los progres y caviares lanzan, teniendo temor de reconocerse marxistas, comunistas, socialistas, morados o como quiera sea que se nombren.
Y es que auto percibirse como los dueños de la verdad no es buen negocio para la horda del mal y el daño en un escenario que ya lleva más de dos décadas del mismo guion de acusaciones y mentiras levantadas. Saben que los une el odio y la frustración, pero se sientan en mesas de convergencia hasta que se pelean por protagonismos en una de ensañamiento difícil de entender.
Ningún tema les resulta atrayente con la ciudadanía, porque han perdido toda credibilidad, coherencia y sentido de respeto hacia la verdad. Les ha caído como un balde de agua la orden de prisión a Vizcarra, tapan como sea que va a seguir en esa secuencia la convicta Villarán y sus cómplices, les ha resultado fulminante la Ley en favor de los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú que llevan décadas de maltratos por haber defendido al país del terrorismo que causó más de 70,000 muertes y condenó a miles de niños a la orfandad.
Las progres de sofá apolillado y las caviares de IPhone, son el submundo de las izquierdas del odio. Son prueba que el resentimiento social es muy grande y vengativo contra quienes señalan como culpables de sus propios y terribles males.
Cada semana inventan algo que destinan a ofender, mientras viven de saldos de los robos de dineros públicos y extorsiones que han efectuado por décadas también. Estamos en plena guerra contra el retroceso marxista que ya no se llama revolución, sino maldición. Esa maldición que quiere perpetuarse, es la izquierda del odio.
Imagen referencial, un Caviar Iphone