Cuando varios medios de comunicación “coinciden” en darle tribuna y portada preferencial a un mismo personaje de la más oscura y rancia expresión de la política peruana, es que algo sucede, porque evidentemente existe un compromiso anticipado que va más allá de una simple entrevista -que no lo es- para convertirse en un escandaloso publirreportaje. De esta forma, la emisora radial que más recibió del Estado durante el nefasto gobierno de alias “el lagarto”, así como otros medios de señal abierta y el siempre dispuesto en alquiler de un pasquín innombrable, cuyos cambios de principios, si es que alguna vez los tuvo, lo han llevado desde la extrema izquierda velasquista de la más cruel y atroz dictadura de los 60 – 70 hasta el acto sumiso con los golpistas Vizcarra y Castillo, en entrega total.
¿A cambio de qué o porqué un periodista o varios medios venden líneas editoriales o se hipotecan en defensas irracionales con el responsable de la muerte de más de doscientos mil peruanos, por ejemplo? Es el vil dinero, no el bien habido, sino el de las oscuras fuentes el que se recoge, de rodillas, lamiendo al poder de turno, y eso, lo saben hacer muy bien los que escriben en redes sociales estupideces como que Vizcarra “es el padre que todos quisieran tener” (slogan que no les funcionó) o quizás, hablando de “liderazgo y legado”, pero en este caso, de un criminal (en nuestra opinión).
Decenas de millones de soles a los medios para alabar ladrones, mientras cientos de miles de hambrientos palidecían en angustias y tristezas. Decenas de millones de soles del presupuesto público que eran para medicinas y friaje de los extremadamente pobres, pero Vizcarra y sus huestes se los gastaban en zapatos, vestidos, casacas, carteras, viajes de placer y atenciones “preferenciales” a los y las periodistas comprometidas con su propaganda miserable. Y no solo eso, nunca en la historia se habían nombrado tantos ministros y viceministros, en una escandalosa rotación de la cual, ahora esos incompetentes burócratas, son su plataforma política y partidaria, no solo en una organización, sino en varias que luego se van juntando para dar imagen falsa de frente electoral, siendo la suma de bandas al acecho para volver al delito desde el Estado.
El tamaño del compromiso con el delito, desde algunos medios, es hoy evidente. Una vergüenza para tan noble profesión, de la que queda poco, aunque siempre se espera mucho, si es que renace.