El cruel y terrible asesinato de siete efectivos de nuestra gloriosa Policía Nacional no es una casualidad, es el mensaje que estaban esperando todos sus cómplices en la denominada “vía legal” para destapar el discurso del odio en su totalidad, discurso y mensajes que se repiten a cada segundo contra todo lo que signifique democracia, instituciones, libertad, progreso, desarrollo, solidaridad, fraternidad y patriotismo.
Es el odio exacerbado que ha encontrado su “debut abierto y protegido” en varios periodistas militantes de ese odio, propagandistas de esa aversión al Perú. Es el odio multiplicado en cada palabra y letra de periodistas que siembran terror en la población y a la vez cosechan dolor ajeno para inflar sus apetitos de sangre y victimización, sangre de ciudadanos, victimización de asesinos enmascarados en las protestas, ya sea como comunistas en todas sus especies, ya sea como socialistas violentos, progres radicalizados, hordas de oenegeros con denuncias irracionales, voceros de grupitos vandálicos que se legitiman -ellos con sus medios- en una especie de otra sociedad, paralela a la nuestra.
Cada día, todos los días, los mismos rostros de terror, con miradas agresivas y lenguaje ofensivo, están en diversas calles del país atacándonos impúnemente, unos movilizando el grito del resentimiento, otros lanzando explosivos y además, disparando con decenas de armas artesanales y ahora con armas de guerra contra nuestra Policía Nacional o contra nuestras Fuerzas Armadas que inexplicablemente salen con escudos de plástico y palos de jebe a pedir paz y solicitar orden. ¿Qué mierda está pasando en el Perú? ¿Porqué se deja en condiciones de sometimiento a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas? ¿Son los delincuentes terroristas y los delincuentes desde los medios y sus oenegés quienes dictan la orden de humillar y asesinar a nuestros Soldados y Policías, y luego, otra vez a nuestras Familias, hasta que el discurso de Sendero luminoso y los herederos del MRTA sea la consigna que elijan los abandonados por el Estado, los dejados de lado por el gobierno, los ninguneados por el Congreso? ¿No se dan cuenta que están obligando a ir hacia los extremos? ¿No se dan cuenta que estamos en una guerra civil de nueva forma?
El terrorismo está en abierta guerra contra el Perú, el gobierno lo está permitiendo, el Congreso en su conjunto lo está permitiendo, los gobiernos regionales en su mayoría lo aplauden y creemos que también lo financian -con el dinero de los pueblos más afectados, en tenebrosa contradicción-, la Iglesia se calla y arrodilla ante una violencia que le pasará otra vez también, el disparo de los fanáticos comunistas.
No es, amigos y no amigos, una hora de indefinición e indecisiones: estamos asistiendo a una nueva forma de guerra civil donde las izquierdas subversivas quieren legalizar y legitimar el discurso de odio, el mensaje de la violencia, el grito cobarde de que “la violencia se justifica”.
La indiferencia no debe seguir, no es conformismo, es una cobarde indiferencia.