El gran problema de la falta de credibilidad, autenticidad y legitimidad para decirse “representantes del pueblo” es una evidencia que resalta a diario en la mente de cada ciudadano cuando se les habla de “quién o quiénes son los voceros de las izquierdas en el Perú”. Y es que, por uno u otro lado, no se nota ni se percibe ni un solo rostro de liderazgo, ni una sola voz dirigente, ningún discurso de propuestas efectivas, frente al país que nos ha tocado vivir por culpa de los gobiernos de izquierda que han destrozado años de avances y estabilidad, produciendo los retrocesos que subsisten. Y a pesar de ello, estamos de pie, individualmente más que colectivamente, porque en cada familia existe un bastión de resistencia al socialismo del siglo XXI, en la forma que sea que se presente.
Dina Boluarte, la vicepresidente de Pedro Castillo, la cajera de Vladimir Cerrón, prófugo de la justicia y dueño del partido comunista Perú libre, les ha hecho sufrir como una “primus inter paris” entre los socios de la conquista del poder, que “es ella y solo ella” la dueña del poder y para seguir dominándolo, no ha escatimado en acercar a su círculo personal a caviares que se han convertido en sus mastines anti caviares. ¿Cómo lo ha hecho? Jugando al peligro y transando con el peligro, cediendo cuotas en el Estado, haciendo parcelas para que la irriguen con respaldos eventuales, a fin de sortear lo previsible y provocar lo imprevisible. ¿Tiene habilidad para hacerlo? No, de ninguna manera. La únicas dos habilidades que tiene es escuchar y traicionar, y si se trata de camaradas de su antigua filiación política… ella se siente mejor.
¿Y a quiénes escucha? Boluarte se ha rodeado de un grupo de asesores argentinos y españoles -de acuerdo a nuestras fuentes, muy bien rentados- que le arman la agenda de cada semana y el discurso de radicalización necesario en cada momento que se presenta en un acto público. Ella tiene que atacar a las izquierdas, porque de allí es su procedencia y desde allí puede venir su principal eje acusador cuando deje de ser presidente, algo que ella no quisiera hacer y algo en lo cual ha pedido que la asesoren algunos constitucionalistas de alquiler, a fin de ver cómo podría hacer para quedarse un tiempito más.
Sin embargo, en la escena política, las formaciones de la dividida izquierda se apuran contra el reloj para vacar a Boluarte, para armarle un acto de sangre, una herida mortal que provoque un estallido de protestas, pero no lo logran hasta ahora. Tan cierto es esto, que a las izquierdas hasta ahora, no les ha funcionado ni una sola marcha, ni las víctimas que empujaron a la muerte cuando Boluarte dijo que se quedaba… tampoco se escuchan los gritos desenfrenados de sus frustrados dirigentes o las angustiantes mociones de censuras a sus ministros.
La izquierda no sabe por dónde lanzar sus granadas y hacer explotar el coche bomba que tienen armado hace más de dos años.