La política ¿goza de buena salud? A pesar estar contaminada de vicios y escándalos, de generadores de conflictos y discursos violentos, sobrevive airosa “esa política” a todos sus males y daños.
Es increíble si hacemos el paralelo: un paciente que debería estar en cuidados intensivos, cuyo cuerpo es endeble y requiere estabilizarse para inducir una terapia de múltiples enfoques, sigue caminando y esparciendo virus e infecciones incontrolables sobre otras personas.
¿De qué se alimenta la agenda política? De muchísimos temas que no siendo atendibles, además no son prioritarios ni urgentes, así de claro hay que decirlo.
“Esa política diaria” que todos rechazamos es como un vaso grande y feo, despostillado, sucio y con signos de haber sido usado hasta de cenicero.
En su interior ves alfileres, clavos oxidados, palitos de dientes usados, hisopos, un lápiz sin punta, un borrador con signos de haber sido mordido, un clip estirado y hasta un pañuelo desechable.
Es decir: leyes inservibles y contra la propiedad privada, iniciativas que producen retrocesos, mensajes que van en contra de los valores que sustentan la vida, la familia y el matrimonio; propuestas radicales que sólo buscan aumentar la pobreza y castigar el éxito; palabras sin sentido que se activan contra el diálogo, para luego promover actitudes de resentimiento social, económico y cultural.
Un país así ¿tiene espacio para sobrevivir? Ese es el reto de todos: levantar la voz, participar y promover la participación en toda la sociedad, ser agentes del cambio de “esa” política, hacia un verdadero sentido de política y gobierno.
¿Pero cómo, desde dónde, cuándo?
El reto nace en casa, con tu familia: lee, dialoga, motiva con un tema:
“¿Creen ustedes que el Presidente del Perú dice siempre la verdad -por ejemplo- cuando asegura que ya no hay tantos robos ni violencia en el país? Yo pienso que….”
“Cuando era niño jugaba pelota en la calle o en cualquier parque; hoy no dejan jugar en las pistas ni en los parques, quiero escribir una carta para que se haga algo ¿Qué creen que debo poner?”
Si comenzamos desde la vida misma, la de todos los días, conversando en casa lograremos introducir una semilla para el debate y provocar que desde casa salga un impulso a mayor diálogo.
En el vaso somos nosotros una gota en medio de tanta hostilidad; tenemos que inclinar el vaso con la fuerza de una sola gota, para que el vaso la derrame y podamos hacer el cambio.