Podría resultar incomprensible y hasta fuera de sentido que los candidatos a las alcaldías expresen ideas, transmitan propuestas y convoquen en sus listas a vecinos que reflejen una convocatoria de representación popular inclusiva y de respeto… podría resultar incomprensible porque es lo que exigimos, pero en el Perú donde se está sembrando tanto odio desde el gobierno y los grupos que lo sostienen, es una realidad que todo lo correcto sea al revés, que se inviertan valores, que se menosprecien principios, que no se siembren virtudes.
No es incomprensible –ahora, en este momento- estar en un precipicio tratando de caer, no es incomprensible –mañana, en el siguiente instante- que nosotros mismos jalemos la cuerda de la horca. Es lo que hay mientras seguimos en la quietud del silencio, observando con una pasmosa mirada. No cerramos los ojos a la realidad, sino que los abrimos más para ver nuestro destino fatal.
Si te cansa preguntar porqué no nos rebelamos, te cansará más no tener respuestas. Y en ese péndulo de indecisiones y aciertos, hay que escarbar o cortar el balance entre la urgencia de sostener una protesta efectiva y la dejadez de esperar “el momento adecuado”, rezando para que venga un líder o un caudillo a rescatarnos.
Hoy estamos contando los días para ser un voto y una voz, o para sellar el camino. No existe otra realidad.
Las elecciones municipales pudieron ser una alternativa popular de grito social, de malestar ciudadano y de respuesta democrática hacia el gobierno del violento y agresivo partido comunista Perú “libre”, pero son lo que son, con candidatos que se quedaron mirando y callando sobre la realidad, porque vemos que en casi todos los distritos y provincias existe una competencia de sinvergüenzas, un campeonato del delito. Pero Ricardo –me preguntan-, ¿Acaso no hay excepciones? Por supuesto que sí, pero las excepciones no construyen la esperanza, sólo nos alivian un momento, sólo son el refugio temporal frente a la calamidad.
Para ser alcalde, tienes que ofrecer un catálogo de tonterías, sino nadie votará por ti. ¿Pero no se puede y debe hacer docencia en las elecciones municipales y regionales, sobretodo en estos momentos que vive el país? No, porque estamos en pelea desigual, en combate callejero y tenemos que plantear en distintos escenarios nuestra posición.
Las ofertas de temporada deben enfrentar un muro de contención fundamentado en la razón y expresado mediante una contundente convicción, para no permitir que el populismo y la demagogia tengan más semillas. Sin embargo, hay muy pocos, escasos muros, frente a una multitud de pillos con ansias de poder robar a manos llenas.
¿Qué nos queda a los ciudadanos? Responder y no callar, responder y pelear, responder y a la vez, anticiparnos para dar una larga, agotadora y tenaz batalla para reconstruir los caminos de la Libertad y una mejor democracia, porque si seguimos callando, no tendremos una voz de respuesta.