Leo y escucho a decenas de residentes en los Estados Unidos de América, tanto como a cientos de ciudadanos de ese gran país en discusiones muy interesantes sobre la coyuntura política y electoral que están viviendo. Es importante leerlos, es trascendente escuchar la pasión encendida que va adquiriendo con los días esa notable batalla en las redes sociales y sistemas de comunicación en línea.
Pero ¿Es verdad tanto fanatismo? Posiblemente algunos digan que sólo presentan argumentos para sustentar sus opiniones y que esos “argumentos” siendo irrebatibles, ocasionan desde la vereda opuesta un diálogo interminable de recursos poco rescatables, donde se vuelven los opositores una especie de “gugleadores” de errores del adversario, en uno u otro sentido, para presentarlos como prueba justamente, del error contrario donde nadie gana y sigue la batalla. Es como demostrar que te has equivocado y tú respondes exactamente lo mismo y así sucesivamente, todo el día y de nuevo al día siguiente.
Lo que “dicen que dijo” Joe o lo que “dicen que mencionó” Donald, no es lo importante en una elección, pero los medios de comunicación, la manipulación mediática y los estrategas de las campañas nos llevan a ese nivel. Por ejemplo, no publican las propuestas de los candidatos presidenciales sino sus “errores” y lo que es peor, no publican las propuestas de los candidatos al Congreso USA, y allí parte la esencia de la campaña, no es de arriba hacia abajo, sino desde los Estados hacia Washington, D.C.
Fíjense bien en los hechos: En los Estados Unidos de América las instituciones funcionan, con aciertos más que con errores, con transparencia más que con corrupción. Entonces no se midan comparativamente desde sus sociedades, donde también se logran muchas cosas a diario – malas por cierto –, pero destruyendo instituciones gracias a la corrupción y la impunidad.
¿Un punto más? La Constitución americana es una piedra maciza, que ha sido reforzada a lo largo del tiempo, permitiéndole sostenibilidad a la nación. Así que las “amenazas” o catástrofes hacia un lado o al otro son efectos de la campaña, mensajes de propaganda –no es publicidad, sino propaganda-, no son predicciones del tiempo. Y los mensajes de propaganda de las campañas terminan en el olvido, ningún elector los recuerda, sólo la prensa hará memoria en algún momento para sacar provecho a favor de sus intereses, nada más.
Los críticos latinoamericanos ven nubes negras bajo el cielo resplandeciente. Si gana Biden, será el fin de las familias, el resurgimiento del comunismo en el mundo. Si gana Trump, será el fin de la paz, el renacimiento de las guerras y el imperialismo yanqui.
Los analistas europeos ven esperanzas en ambos lados. Si gana Biden, por una mayor inclusión social a los migrantes y sectores emprendedores, un renacimiento de las clases medias. Si gana Trump, el fortalecimiento de esa nación en su liderazgo comercial y político, una gran expansión de las grandes corporaciones fortaleciendo el empleo y el progreso.
Los analistas norteamericanos ven que la Democracia sigue en su camino, que existe continuidad, secuencia y frecuencia en una tierra de esperanza, matizada por la campaña, por el fuego cruzado, pero que luego, todo irá a su nivel y que es necesario, eso sí, el equilibrio de poderes.
¿Se dieron cuenta? Revisen sus fuentes, no se apasionen por los críticos, hagan del raciocinio su propio análisis y conversen. El sol nunca dejará de brillar.
Una columna de @primer pedal Ricardo Escudero
Fotografía: bandera USA, Pixabay