En la primavera de 1989, decenas de miles de estudiantes se reunieron en la plaza pública más grande de Pekín para llorar el fallecimiento de un líder del Partido Comunista Chino (PCCh) que intentó dirigir a China hacia un sistema más abierto y democrático, pero que encongtró severas limitaciones a sus iniciativas e ideas de apertura y participación popular. Sus acciones inspiraron un movimiento nacional. Cientos de miles de personas comunes en la capital y en toda China salieron a las calles durante semanas para ejercer su libertad de expresión y reunión pacífica abogando por la verdadera democracia, los auténticos derechos humanos y el fin de la corrupción desenfrenada que ejercía el comunismo desde el poder.
El PCCh respondió con una brutal represión, enviando al Ejército Popular de Liberación (EPL) a abrir fuego contra la población civil, en un intento de extinguir los sentimientos prodemocráticos de los ciudadanos pacíficos que estando que desarmados -reunidos en las calles de Pekín y en la Plaza de Tiananmen- elevaron sus voces hacia la Libertad.
El PCCh intenta activamente censurar los hechos, pero el mundo nunca los olvidará.
Hoy conmemoramos la valentía del pueblo chino y de todos los valientes ciudadanos que fueron cruelmente asesinados mientras intentaban defender y ejercer sus libertades fundamentales, así como de aquellos que siguen sufriendo persecución en su búsqueda de rendición de cuentas y justicia por los acontecimientos del 4 de junio de 1989.
Su valentía frente a un peligro inminente, nos recuerda que los principios de libertad, democracia y autogobierno no son solo principios estadounidenses, son principios humanos que el PCCh no puede borrar y jamás podrá borrarlos.
Con información vía el Departamento de Estado, USA