Hará algunas semanas, muchos internautas escribían entre extasiados y fanatizados que el presidente de la República era algo así como una estrella de rock, un enviado divino, el hombre que estaba haciendo lo que nadie había logrado. Y yo preguntaba a esa multitud de fervorosos hinchas: ¿Me explicas qué es eso que te hace fan a morir de un político? La respuesta era “es que va a cerrar el Congreso”
Y les preguntaba nuevamente ¿Cuánto te mejora en la vida, en tu trabajo, en tus ingresos, en el presupuesto educativo de tus hijos, en tu seguridad personal y familiar, en el desempeño de tu negocio o emprendimiento el que ese anuncio se haga realidad?
El silencio no era la respuesta, sino el calificar a uno de fujimorista, aprofujimorista, montesinista, antiperuano, protector de corruptos y algo más seguramente.
Por esas cosas de la vida, quien ejerce la presidencia ha mostrado siempre su aprobación hacia lo que se revela en un audio o grabación extraída sin conocimiento de los participantes, sin autorización del Juez, es decir, fuera de un debido proceso. Claro, si el contenido está destinado a destruir o tratar de armar una mala imagen, un enredo, una oscura relación de alguien opuesto a él y sus aliados, con algo que puede ser delictivo, aunque no exista proceso legal que lo haya determinado.
Entonces viene lo que todos hemos leído, oído y evidenciado: ¡El grito del apóstol, era hipocresía!
El presidente ha caído en su infortunio, le han traicionado sus amigos y conspiradores que pretenden oponerse al progreso y desarrollo del país. No encuentra ahora -el presidente- forma de acusar a los que califica con odio en todo momento, de ser causantes de su crisis existencial, de su obsesión compulsiva, de su camino al fracaso.
El presidente ha demostrado que no cumple sus funciones como tal, que ha traicionado su juramento a la Constitución y que durante todo este tiempo ha dejado que miles de niños y jóvenes pierdan horas de estudios, que cientos de miles vivan en zozobra y miedo, que millones de peruanos vean cómo no existe autoridad y Estado de Derecho para imponer la Ley.
fotografía, América Tv