En un país que posee todo lo que uno podría desear para ser lo suficientemente felices, subsisten cerca de 4 millones 500 mil adultos-mayores que tienen más de 60 años de edad, representando alrededor del 13,5% de la población total al año 2023, de acuerdo a cifras del Instituto del Ahorro. De esta importante suma de ciudadanos de la denominada tercera edad, aproximadamente 700 mil adultos-mayores de 70 años y más edad, viven solos. Ellos representan el 38,4% del total de población de ese grupo de edad.
De este total el 61,8% vive con otra persona igualmente mayor de edad, que puede ser el o la cónyuge
u otra persona adulta mayor con quien les una alguna relación de parentesco o amistad. Un 38,2% viven completamente solos, es decir, en un hogar unipersonal.
¿Alguien se preocupa de hacer un seguimiento semanal, quincenal o mensual -por lo menos- del estado de salud de cada uno de ellos, saber si sus condiciones de vida son adecuadas, actualizar información sobre el acceso oportuno a medicinas y terapias, conocer si cuentan con algún tipo de acompañamiento en el día o durante las noches, verificar sus indicadores de peso, presión arterial, sanidad, alimentación, aseo personal, limpieza en sus habitaciones y nutrición? No, nadie se preocupa, todos miran de costado.
Vivimos en una sociedad que se olvida, que menosprecia a los ancianos, a los adultos mayores, a los de la tercera edad, a los abuelos.
El 15 junio, es el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, fecha elegida por la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero en el Perú no pasará de un mensaje hipócrita desde el Congreso o desde el gobierno, porque no les interesan los ancianos, salvo para unas fotos de hipocresía, donde los hacen bailar un rato y les visten como para un desfile.
No perdamos nuestra escencia, no dejemos de rendir diario cuidado a la fuente de nuestras vidas. Un país sin respeto a sus predecesores, nunca tendrá la herencia que pudo recibir, sino la condena que debe soportar como castigo permanente.
Dale un abrazo a tus abuelos, a tus viejos. Saluda a cada anciano que veas por la calle, hazlo con respeto y que se evidencie un gesto tuyo de admiración; habla con un viejo, pronuncia una oración con esa viejita que está en el parque con su Rosario. No permitas que le griten a un adulto mayor, que nadie le ofenda, que nadie le calle.
Toma conciencia que hay un abuso miserable y un maltrato injustificable en la vejez. Da Paz, da una actitud de comprender y respetar, de acompañar con una acción solidaria y fraterna.