En el Ángelus dominical, Francisco se refirió al evangelio del día, en el que el Señor, entre otras enseñanzas, reprende a los discípulos que alejaban a los niños. El Pontífice recordó que hac3e dos domingos se leyó un evangelio en el que el Señor “realizando el gesto de abrazar a un niño, se había identificado con los pequeños: había enseñado que precisamente los pequeños, es decir, los que dependen de los demás, los que tienen necesidad y no pueden restituir, han de ser servidos primero”.
En la lectura evangélica de ayer “el Señor completa esa enseñanza, y añade: «El que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Mc 10,15). Esta es la novedad: el discípulo no solo debe servir a los pequeños, sino que también ha de reconocerse pequeño él mismo”, necesitado de la salvación.
Pero con frecuencia nos olvidamos de “reconocernos pequeños”, y vivimos en la ilusión de la autosuficiencia, del que nos bastamos a nosotros mismos y por tanto no necesitamos del Creador, algo que es un gran engaño.
No desanimar en la fragilidad, pues con Dios las fragilidades no son obstáculos: “En la vida, reconocerse pequeño es el punto de partida para llegar a ser grande. Si lo pensamos bien, crecemos no tanto gracias a los éxitos y a las cosas que tenemos, sino, sobre todo, en los momentos de lucha y de fragilidad. Ahí, en la necesidad, maduramos; ahí abrimos el corazón a Dios, a los demás, al sentido de la vida. Cuando nos sintamos pequeños ante un problema, una cruz, una enfermedad, cuando experimentemos fatiga y soledad, no nos desanimemos. Está cayendo la máscara de la superficialidad y está resurgiendo nuestra radical fragilidad: es nuestra base común, nuestro tesoro, porque con Dios las fragilidades no son obstáculos, sino oportunidades”, afirmó Francisco.
“Las contrariedades, las situaciones que revelan nuestra fragilidad son ocasiones privilegiadas para experimentar su amor. Lo sabe bien quien reza con perseverancia: en los momentos oscuros o de soledad, la ternura de Dios hacia nosotros se hace – por así decir – aún más presente. Nos da paz, nos hace crecer”, concluyó el Papa.
Con información de Vatican News