Que en una diócesis haya 10 sacerdotes detenidos en lo que va corrido del 2020, es algo no se puede calificar sino como persecución religiosa. Y esto, en un país con el cual la Santa Sede tiene un acuerdo, por lo demás secreto.
Estamos hablando de la diócesis de Baoding, en China, antiguamente conocida como Baozhou y Quingyuan, ubicada en la provincia central de Hebei, a 150 kilómetros al suroeste de Beijing, según el reportaje de ACN referido por Infocatolica.
Estos sacerdotes son sometidos a la técnica de aprisionamiento de “guanzhi”, que es una mezcla de restricciones de movilidad y actividades junto a sesiones políticas, no de política internacional es claro, sino de adoctrinamiento comunista.
Estamos hablando de los padres Chen Hechao, detenido por representantes del gobierno el pasado mes de enero; P. Ji Fu Hou; P. Maligang; P. Yang Guanglin; P. Shang Mancang, arrestado en abril; P. Yang Jianwei y P. Zhang Chunguang (ver foto); P. Zhang Zhenquan; P. Yin Shuangxi y P. Zhang Shouxin.
La ley permite a las autoridades este tipo de arresto ‘blando’ “guanzhi” por el módico espacio de tiempo de… tres años, sin necesidad de una formulación de cargos. Pero de ‘blando’ este acoso no tiene nada, y por ello los fieles temen, como ya ha ocurrido en el pasado, que los sacerdotes aparezcan muertos o gravemente enfermos.
Ocurre que la comunidad católica de Baoding es de las “clandestinas”, de esas que no se han afiliado a la Asociación Patriótica China y por tanto no se han sometido al yugo del Partido Comunista de ese país. Y por esto la persecución, que ya se ha sebado sobre su obispo Mons. Jaime Su Zhimin, quien después de haber pasado más de 40 años de trabajos forzados bajo el régimen de Mao Tse-Tung, ahora lleva 25 años en manos de la policía.
La feligresía no solo pide oraciones por el obispo sino también por el P. Liu Honggeng, que lleva siete años en prisión.
Esa comunidad no oficial está dividida, desde que el vicario de Mons. Su, Francisco An Shuxin, decidió unirse a la Iglesia oficial.