La historia del ramón (Brosimum alicastrum) se remonta a hace más de cinco siglos, cuando los antiguos mayas conocieron sus beneficios. Lo llamaron Óox y hoy es común encontrarlo alrededor de zonas arqueológicas y en los patios de las casas mayas actuales. Este árbol prolifera en el sureste de México y Centroamérica.
Además de las múltiples propiedades de sus hojas, frutos y semillas, este árbol inspira proyectos comunitarios que generan empleos, opciones nutritivas de alimentación y, al mismo tiempo, la conservación del bosque tropical. Los conocimientos mayas respecto a sus bondades trascendieron hasta la actualidad y han sido corroborados por investigaciones científicas.
Desde la ciencia, no solo se plantea que este árbol puede ser aliado de la medicina o la nutrición, también se destaca su potencial para conservar o, incluso, regenerar los bosques de la península de Yucatán.
En tres claves te explicamos la historia detrás de esta virtuosa especie:
¿Qué es el ramón?
La generosidad de este árbol se refleja, entre otras cosas, en sus múltiples usos, entre ellos los que se han desarrollado para aprovechar sus propiedades alimenticias. No es casualidad que Brosimum sea una palabra griega que significa “comestible”.
Sus hojas sirven como forraje para el ganado y para preparar infusiones. Del fruto se alimenta una buena cantidad de fauna selvática —venados, pecaríes, monos, murciélagos— y de la semilla deshidratada y molida se extrae una harina muy nutritiva. La cáscara de la semilla, el pericarpio, se utiliza para preparar té y, además, se puede fermentar para producir una bebida alcohólica.
Su madera es apreciada en la construcción, y el árbol en pie, con toda su frondosidad, es útil para brindar sombra y refrescar. Con su corteza se elaboran tónicos para tratar enfermedades como asma, diabetes, tuberculosis y bronquitis.
Dentro de la selva media, son muchas más las especies que se benefician del ramón. Sus casi 45 metros de altura son aprovechados como refugio por distintos animales. Por ejemplo, el majestuoso zopilote rey lo incluye como una de sus especies favoritas de percha, mientras que distintas especies de murciélago anidan en las oquedades de su tronco, que puede tener hasta 1.5 metros de diámetro.
Fruto del ramón en manos de mujeres de Quintana Roo. Foto: Cortesía Selva Viva 3G.
Las mujeres y el ramón
En el extremo sur de la península de Yucatán, casi en la frontera con Belice, un grupo de mujeres del ejido Tres Garantías integraron la cooperativa Selva Viva 3G. Desde hace diez años comercializan los productos basados en las hojas o semilla del árbol. Los tés y harinas que elaboran ya se venden a nivel regional y a través de internet.
“Los productos que elaboramos con el ramón son innovadores y nutritivos”, afirma Cristina Nieves, socia de la cooperativa que distribuye sus productos bajo la marca Ruez, palabra inspirada en la frase “nuez de ramón”.
En una pequeña propiedad en el centro urbano de Tres Garantías, las mujeres cuentan con maquinaria para deshidratar hojas, tostar y moler semillas. En otro cuarto, tienen todo lo necesario para envasar, etiquetar y almacenar los productos. El logo de Ruez es un recordatorio de la admiración que estas mujeres tienen por el ramón y su historia: “El árbol que nutrió al imperio maya”.
Aún cuando este árbol es una de las especies más abundantes en la selva maya, las cooperativistas no se confían y, además de hacer un manejo sustentable del ramón, reforestan con él algunas de sus tierras. “Nosotras hacemos una recolecta equilibrada, dejamos para los animales de la selva, para nuestros semilleros y una parte para el producto que vamos a ocupar”, explica Martina López.
En la península de Yucatán, el ramón es uno de los árboles más abundantes. Foto: Juan Mayorga.
El ramón bajo el microscopio
Para conocer el valor nutrimental de las hojas, frutos y semillas del árbol se han realizado análisis bromatológicos. Estos consisten en examinar los componentes de un alimento mediante procesos de digestión química e incineración y el uso de sustancias reactivas como éter o disolventes.
En el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) recolectaron la semilla del ramón en varias plantaciones y prepararon distintas muestras: semilla fresca, deshidratada, molida y picada, que después enviaron a analizar a laboratorios de México, Estados Unidos y Canadá.
Los resultados, publicados en 2017, mostraron que las hojas y semillas contienen 53 % de fibra dietética, 37 % de carbohidratos, 11 % de proteínas, así como alto contenido de calcio, hierro, zinc, sodio, ácido fólico y vitaminas B1 y B2.
“Constatamos que las semillas tienen una calidad nutricional muy alta, parecida al maíz. Se puede utilizar sin mayor problema para alimentar a la población y al ganado, por su contenido de proteínas, fibra y minerales, y no tiene gluten”, explica la investigadora Silvia Vergara, titular de la Unidad de Recursos Naturales en el CICY.
Pero ahora los científicos, mujeres cooperativistas y ejidatarios tienen un reto: ¿cómo aumentar la visibilidad y el consumo de los alimentos derivados de las hojas y semillas del ramón para atender problemas mayores? Su éxito tendría como resultado el aporte a temas como la malnutrición o la inseguridad alimentaria en México.
Mujeres de Selva Viva 3G revisando hojas de ramón. Foto: Cortesía Selva Viva 3G.
* Imagen principal: Mujer de la cooperativa revisando las semillas de ramón. Foto: Cortesía Selva Viva 3G
Nota de Redacción: El presente artículo fue publicado originalmente por y en Mongabay Latam gracias al trabajo de Yanine Quiroz y Juan Mayorga www.es.mongabay.com
Pueden leer la historia completa en:
Ramón: el árbol de la selva maya que es un tesoro nutricional