Asistimos a una lucha desigual, donde a un lado nos encontramos los ciudadanos peruanos y en otro espacio se ubican dispersos los terroristas. Así tenemos que decirlo, abiertamente, con patriotismo, sin miedo, sobretodo sin miedo a los cobardes de la prensa sumisa, sin miedo a los mercenarios de las oenegés, sin miedo a los sinvergüenzas congresistas del partido comunista que gobernó con aliados igual de sinvergüenzas, de la misma calaña y maldad.
¿Es impresionante el millonario despliegue de recursos que está haciendo la subversión en el Perú? No, no lo es. Se trata de la evidencia más palpable del inmoral poder económico que proviene del narcotráfico, el contrabando, la trata de personas y el comercio ilegal del oro explotado por deforestación en la Amazonía (con uso del contaminante mercurio que proviene de Bolivia), cuatro “pilares” en los que se sostiene la izquierda extremista, ya que los otros recursos se les están agotando después de dos décadas de lujos y malos usos (el dinero de los robos, asaltos a bancos, extorsión a comerciantes, secuestro de personas y chantaje a empresas por medio de amenazas de colocación de bombas).
Se calculaba una bolsa de tres millones de dólares, pero la cifra está quedando muy pequeña, ya que la infraestructura y logística empleada rebasa todo cálculo ahora, ya que desde las zonas de la cocaína (Ilave, Juliaca, VRAEM) han salido más de 300 vehículos entre omnibuses, camiones, camionetas y combis con pasajeros que están recibiendo, de acuerdo a nuestras fuentes, pagos -de los que no pueden hablar- que oscilan entre los 100 y hasta 200 soles diarios para su traslado hacia Lima. Hablamos en consecuencia de una movilización mínima de diez mil personas, donde los coordinadores (dirigentes políticos y ex candidatos de partidos o movimientos de extrema izquierda y ex funcionarios del Ministerio del Interior) tienen cuotas asignadas y cuantiosas billeteras que sirven de botín y alcancía en el recorrido.
El país se encuentra en un dilema para las autoridades que no saben aplicar anticipadamente decisiones perfectamente legales: Estado de Sitio, toque de queda y control social por las unidades especializadas de las Fuerzas Armadas con apoyo de la Policía Nacional, no al revés.
La tarea es una sola: enfrentar y derrotar a la izquierda subversiva que quiere destruir el ordenamiento legal, para imponer otro “castillo” y una constitución rebelde que siga la rueda del odio, de la corrupción y de la impunidad.