A veces, el espíritu materialista de hoy nos oscurece la visión de hechos sublimes, como el testimonio de fe que está ofreciendo al mundo Mons. Rolando Álvarez, el perseguido obispo de Matagalpa en Nicaragua.
Primero acosado, a su diócesis, a sus medios de comunicación; luego sitiado en la propia sede de su curia en Matagalpa, y finalmente trasladado como un bribón de madrugada y ahora bajo secuestro en residencia en Managua enfrentando una parodia de juicio, Mons. Álvarez se ve conminado a salir de su país, como ya lo tuvo que hacer Mons. Silvio Báez, o vivir prisionero, tal vez en las mazmorras de El Chipote, como ya lo están algunos de sus sacerdotes.
Efectivamente, en días pasados los medios noticiaron lo dicho por Mons. José Antonio Canales, obispo de Danlí, de que “las noticias que nosotros hemos tenido es que a Monseñor Álvarez le han ofrecido la libertad, pero fuera de Nicaragua”. Pero al parecer el prelado ya con visos de mártir “prefiere” permanecer en el el país antes que “darle gusto al régimen”.
Ahora Fabián Medina en Infobae, reporta que el proceso judicial que se le está siguiendo a Mons. Baéz, no es solo una sarta de violaciones al debido proceso sino una pantomima, pues según el defensor de Derechos Humanos también en el exilio Pablo Cuevas “ya existe una sentencia de condena, solo se están poniendo los detalles. Ya sabemos lo que va a pasar. Las sentencias se elaboran en El Carmen”, residencia de Daniel Ortega.
Mientras tanto, el régimen dictatorial nicaragüense ya sin ningún reato va convirtiendo el país en otra isla-prisión, ahora con la inflación más alta de centroamérica, presos políticos en las cárceles, opositores en prisión domiciliaria, y el constante acoso a los medios de comunicación que aún osan tener algo de independencia.
Al parecer, según declaraciones del embajador americano ante la OEA, los EE.UU. impondrán aún más sanciones al represor régimen de Ortega, dirigidas “a todo individuo que esté violando los derechos humanos, incluyendo el entorno familiar de Ortega”, además de “todas las sanciones posibles contra el Gobierno de Nicaragua” con el objetivo de que “cambie el sistema de opresión que está existiendo hoy en día en Nicaragua”. La comunidad internacional no puede desentenderse.
La situación es pues cada vez más represiva, cada vez más de cárcel vigilada, y eso, con un pueblo que se niega a someterse por entero, puede ser explosivo.
Y a todas estas, ¿algún pronunciamiento Vaticano? (CCM)