Quiero comenzar esta columna de opinión, con una frase de Amnistía Internacional: “La libertad de expresión implica poder comunicarnos y expresarnos libremente. Un derecho fundamental para vivir en una sociedad justa y abierta”. Y añade: “Internet se usa cada día más como fuente para expresar nuestro derecho a la libertad de expresión, de información, de opinión, de pensamiento y de prensa para alzar la voz contra el poder y para ejercer presión por un mayor respeto a los derechos humanos. Las redes sociales alimentan un nuevo activismo que los gobiernos luchan por controlar”
Pues bien, eso es correcto, sin embargo ¿Quiénes controlan las plataformas, quiénes controlan las redes sociales por donde se expresan las personas para alzar sus voces, hacer campañas con sus opiniones, dejar sentadas sus discrepancias, organizarse en grupos y de esos grupos, colectivos más funcionales, construir grupos de presión y de reivindicación?
¿Es solamente el flanco gubernamental lo que separa a las personas de sus derechos o lo que controla que no accedas a tus derechos para poder comunicarnos y expresarnos libremente? No, no es así. Hoy en día tenemos doble escena de control: desde los gobiernos (manipulando las estructuras del Estado y generando acciones y legislaciones represivas en forma más sutil) y desde las empresas privadas que tienen el dominio en las redes sociales (manipulando el acceso, mapeando y vendiendo tus datos personales, obligando la salida o ejerciendo la censura a los usuarios, en alianza con los gobiernos o en formación de cárteles contra los voceros de los gobiernos).
Unos pueden decir que el Estado -por medio del gobierno en ejercicio-, es un problema de la Democracia y del ejercicio de los votos, vamos a aceptarlo por un momento. Otros pueden decir que el gobierno de las redes sociales (hablamos de la propiedad de las empresas que tienen las plataformas y dominios y a las cuales uno se adhiere o suscribe) es un problema también de la Democracia y de los votos, porque si deseas estás, te conviertes en usuario o seguidor en una red social determinada (Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin…) y si deseas sales de ella… pero tus datos personales, gustos, tendencias, preferencias, archivos de conversaciones, oposiciones y aprobaciones en temas públicos o privados, chats íntimos y de diversión de todo calibre… los tienen los proveedores del servicio al cual tú te uniste y puedes volver si deseas. ¿Entregaste tu privacidad a cambio de privacidad o de difusión? ¿Tu privacidad es ahora fuente de inspiración publicitaria y de manipulación de tendencias y preferencias personales?
Volvamos a la Libertad y los derechos, sin dejar de lado los deberes de uno y de otros, de las personas, de las empresas y de los gobiernos.
“La libertad de prensa es un elemento esencial de los sistemas democráticos, en que los medios de comunicación pueden ejercer su labor sin censura ni control del Estado” señala la prestigiosa Deutsche Welle, pero ¿Los medios de comunicación sí pueden ejercer la censura de las noticias e informaciones, de las opiniones, ideas y propuestas de personas, colectivos, gremios, instituciones y organizaciones que piensan distinto de esos medios de comunicación? ¿Los intereses de las empresas, justifican el silencio, el ocultamiento o la censura?
¿Se complican los escenarios? Claramente, porque la censura también la ejerce y la tiene la prensa y los que controlan las redes. Sin embargo –segunda vez que menciono esta frase- ¿El libre mercado acaso no me permite acceder a otros medios de comunicación o redes sociales donde me permitan decir lo que piense, lo que me dé la gana, sin ser censurado? Sí, es posible.
Lo que quiero darles a entender es que la Libertad requiere para subsistir, de censura frente al libertinaje, así como la justicia se imparte con represión y medidas compensatorias. No se es “totalmente libre” para hacer daño, para imponer ideas, para someter pensamientos, para burlar la discrepancia. Eso sería absurdo.
Un político español, vicepresidente de gobierno, dijo con una extraña convicción de última hora: “Que existan medios privados ataca la libertad de expresión (…) la libertad de expresión se protege prohibiendo los medios privados. El periodismo es un arma que vale para disparar, punto”. Eso lo afirmó siendo ahora, gobierno; pero antes de estar en el poder, decía que “los medios de comunicación en poder del Estado son un arma de manipulación contra el pueblo”
¿Van entendiendo? Si un extremista es oposición, todo lo que sale del Estado o del ejercicio en el gobierno, es malo. Pero si ese extremista sube al poder, lo malo se convierte en positivo y entonces, usa ese poder para reprimir todo lo que se le oponga.
En igual plano: mientras te adhieres a una red social y cumples mis disposiciones como empresa privada, estás feliz o por lo menos, estás allí. Pero cuando en las redes hablas, escribes, opinas, emites ideas o sugieres tendencias que para la empresa privada no van en línea con su dirección y principios, o peor aún, con sus compromisos con los gobiernos de turno o los que pretenden reemplazar a los que gobiernan en este momento, te silencian, te censuran o debes de salir.
¿Qué nos queda a los ciudadanos? Presionar en las mismas fuentes de la censura, adaptarnos a la censura o derribar la censura. Tú decides entre la rebelión, la sumisión o la revolución, pero nunca, jamás decidas por la esclavitud.