Las denuncias contra Pedro Castillo se multiplican hasta el hartazgo y se ratifica la hipótesis fiscal de que es el cabecilla de una organización criminal que ha asaltado el poder para saquear al Estado; por tanto, debemos deshacernos de inmediato de su régimen y para ello tenemos que explorar tres vías urgentes.
La primera es el proceso seguido por el Ministerio Público sobre los casos de Puente Tarata, tráfico de influencias, nombramientos indebidos y corrupción de los sobrinos, entre otros. Esto tiene su propio ritmo y resulta imposible acelerar los plazos que deben cumplirse dentro del estricto control del debido proceso. De allí que las revelaciones hechas por el delator Zamir Villaverde y la colaboradora eficaz Karelim López, siendo sumamente valiosas, requieren validarse y complementarse hasta constituir pruebas plenas. El plazo óptimo para lograr resultados no baja de unos dos meses.
La segunda vía es la congresal. Especialmente por el caso de la intervención y manipulación de los ascensos militares y policiales, ya está expedito el camino para que se proceda a la acusación por infracción constitucional. De haber voluntad política el tema puede verse de inmediato en la comisión permanente y el trámite podría durar alrededor de un mes si se alcanza mayoría simple para conseguir la suspensión temporal de Castillo en el ejercicio de sus funciones (cosa muy diferente a la vacancia). El problema es que en este momento los parlamentarios están en receso y sus personeros abocados a la renovación de la Mesa Directiva.
La tercera vía es de la Fiscalía de la Nación. La doctora Patricia Benavides, sobre la base de la convicción y las pruebas que se están merituando podría aplicar el artículo 117 de la Constitución y suspender a Castillo hasta tanto se desarrolle el debido proceso judicial. Es algo viable y legítimo aunque sería una interpretación innovadora del texto constitucional para una situación de hecho insólita en la historia política peruana. De producirse esto la fiscal pasaría a la historia como héroe en la lucha contra la corrupción.
Así, nos queda esperar a que salga un audio o video incuestionable que demuestre flagrancia delincuencial de Castillo; y mientras tanto seguir acentuando todas las medidas de oposición y resistencia al régimen criminal. Porque si de algo debemos estar seguros es de que el cambio se dará, ya sea por la ruta institucional o por fuerza del pueblo. Toda tragedia siempre tiene un final.