No, de ninguna manera. Esto hay que decirlo desde el principio, porque si bien es cierto que en condiciones óptimas un Congreso debería estar conformado por gentes honestas y ciudadanos de respeto en sus vidas, profesiones y experiencia de trabajo y servicio al país (hablamos de los congresistas elegidos y de toda la planilla de trabajadores de dicha institución), la dolorosa realidad nos hace ver que casi la totalidad de congresistas no merecen estar allí y que una inmensa cantidad de trabajadores del congreso, tampoco deberían formar parte de la estructura de dicho poder del Estado.
En consecuencia, ¿Cómo podría asumir la presidencia del República alguien que fue elegido en una suerte de cueva de bribones, donde cada acuerdo es parte de oscuras negociaciones?
Veamos más este tema: El actual gobierno del partido comunista Perú “libre”, dirigido por un sentenciado por actos de corrupción, es la carta de presentación del poder ejecutivo, ahora inundado de más incompetentes que se acumulan a lo largo del tiempo y vienen por manadas -desde gobiernos anteriores también- a tomar posiciones laborales improductivas que se hacen permanentes. He allí una primera gran desgracia.
Más de un millón de burócratas se agarran de escritorios y sillones giratorios para quedarse con un salario que viene de los impuestos, de los que pagan impuestos.
¿Cuántos peruanos pagan impuestos? No más del 15% asumiendo un espacio muy amplio de consideraciones. Entonces, ¿Cómo puede ocurrir este desastre por años, por décadas y ahora, cómo puede permitirse que haya crecido a niveles casi incontrolables, si cada vez menos ciudadanos tienen dinero para pagar impuestos y crece la informalidad?
La respuesta es muy simple: La cola de ineptitudes en los gobiernos, sobretodo desde Humala, han contado con respaldo popular, con complicidad en los medios, con una extraña “legitimidad” en las encuestas. Y como ha habido acumulaciones de elecciones, los habilidosos delincuentes de la política peruana se han reproducido por esporas y ocupan todos los espacios.
Mientras usted y su familia trabajan, estudian, cumplen con las leyes, pagan sus impuestos, en la otra vereda, la de la incompetencia y el delito, la cantidad de sinvergüenzas ha crecido tanto que no sería extraño que vayan a invadir nuestras casas y empresas, trabajos y sueños.
¿Cómo revertir todo esto? Con la verdad bien dicha, con sensatez y tenacidad, no existe otro camino. Y si quieren palabras más claras, con la radical represión del delito, de las injusticias, de la ignominia.
Un país no se ve reflejado en las encuestas, sino en su educación y como vemos, estamos muy mal.
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