Esta vez no voy a revisar el desastroso manejo gubernamental de la pandemia. Solo subrayaré que la cuarentena extendida evidencia irrefutablemente la ausencia de estrategias funcionales, pésimas ejecuciones sectoriales, manejo ideológico del problema sanitario, corrupción, aplicación de protocolos de curación equivocados y el rechazo a que las FF.AA. cumplan con su rol constitucional de coordinar la Defensa Nacional.
Hoy todo eso voy a dejarlo en el anaquel de pendientes para abocarme a una expresión infeliz que ha utilizado Martín Vizcarra: “debemos prepararnos para una nueva convivencia social”.
¿Se refiere simplemente a que, después de la cuarentena, deberemos continuar las normas de profilaxis? ¿O se trata del desliz de una visión autoritaria y antidemocrática que se proyectará en adelante?
Los signos de un gobierno cada vez más vertical de izquierda se multiplican día tras día: el ex PCM Zeballos no quería presentarse con el Gabinete ante el Congreso basado en la ignorante tesis de que el Ejecutivo ya estaba “preconstituido” antes que el nuevo Parlamento; el ex ministro de Salud dos veces se negó a asistir a la comisión de fiscalización; en plena pandemia se está aplicando una política abortista que excede la norma constitucional; se insiste en imponer la ideología de género sin legitimidad alguna; el presidente amenaza al Congreso con que “defenderá” la paridad en las listas electorales, como si fuera un dogma al margen de la potestad parlamentaria; se sigue incrementando la deuda externa en niveles grotescos sin dar cuenta a nadie; se adoptan medidas populistas costosas sin control; las normas legislativas delegadas por la emergencia no pasan control de constitucionalidad; se afecta la autonomía de las FF.AA. con la torpe unificación de sus cuerpos sanitarios bajo el Minsa; se mantiene la subvención corruptora a la prensa y las encuestadoras; se pierden arbitrajes internacionales; se le sigue pagando a Odebrecht, etc.
Mientras el pueblo continúa ensimismado con el Covid-19 el Ejecutivo se ha convertido en un poder sin contrapesos que ni siquiera garantiza las elecciones generales del 2021; y a punta de asesores externos está construyendo un Estado paralelo.
¿Esa es la “nueva convivencia social” del Gobierno? Pues no la aceptaremos. Aquí, movidos por el espíritu liberal y el malestar del pueblo no tendemos el temperamento sumiso de los asiáticos ante la autoridad. Estamos cercanos a la reacción española que acaba de rebelarse contra el gobierno inepto y abusivo de la izquierda. Tome nota, señor Vizcarra.