Carlos Pujol (1936-2012) fue un hombre de letras: poeta, novelista, ensayista, aforista, traductor, crítico literario. Novelas Contadas y otras reflexiones sobre la literatura (Pre-textos, 2021) es un conjunto de escritos alrededor de las novelas, la poesía, los aforismos, la traducción literaria, el cine, las biografías; textos cortos la mayoría de ellos. El tono es amable, incluso cuando el autor disiente de modas o lugares comunes. Los capítulos se pueden leer según el gusto del lector, en todos queda un pozo de regocijo y serenidad con su cuota de complicidad.
Pujol no es de los que parte y reparte quedándose con la mejor parte en cuestión de cánones literarios, ni los ofrecidos por los expertos de crítica literaria, ni los elaborados en el Ministerio de Educación de turno. “Cada cual tendría que elegir libremente con qué escritores congenia hasta el punto de hacer que le acompañen durante toda su vida. Cuando el asunto se convierte en un deber vamos por mal camino (…). Ninguna nómina es un artículo de fe. Si uno prefiere La isla del tesoro al Ulises de Joyce no pasa nada. Cada cual se apega a lo que le habla con mayor certidumbre (…); en esta materia cualquier coacción es un error que se paga caro” (p. 262). Leer a marchas forzadas y con un látigo de por medio no parece juicioso.
Comunicar el amor a la lectura es una tarea retadora. Como en tantas otras cuestiones esenciales, suele ser una constante que nadie da lo que no tiene. Por eso, quien es lector está en mejores condiciones de pegar a otros su amor a la lectura. Esto vale para los padres de familia, profesores, tutores. Si no se es capaz de vibrar ante un buen libro, difícilmente pegaremos el entusiasmo por la lectura en los demás. El punto de partida es, pues, el amor y la práctica de la lectura para fomentar este hábito y mostrar los beneficios humanizadores de las buena literatura.
Prosa y poesía manifiestan los destellos de belleza de la realidad en lo que tiene de serenidad o inquietud. “La prosa es más flexible -señala Pujol-, más benévola, por decirlo así, admite e incluso necesita una buena dosis de enlaces, transiciones, rellenos, etc.; es una modalidad literaria analítica, descriptiva; el verso, en cambio, es una palabra que por vocación quiere ser esencial, y una simple coma que no sea imprescindible lo estropea” (p. 142). Sí, prosa y poesía son dos universos entrelazados, pero con su propio lenguaje. “Toda poesía es misteriosa y contiene un buen grado de ambigüedad; la que no es así y puede traducirse en razonamientos, silogismos o fórmulas, la que se entiende demasiado bien, es otro asunto. Y en prosa quedaría mejor” (p. 148). La poesía insinúa, lo suficiente para dejar en “pausa” al lector entre verso y verso.
También es verdad que no todo lo que se escribe es de buena factura. “La literatura está hecha para durar, si no puede durar no es casi nada, su misma esencia está en la perpetuación de unas palabras significativas… La vida literaria, (en cambio) se desvanece muy aprisa, con la luz de una bengala de colores. Es pirotecnia, aunque como toda pirotecnia muy vistosa y sonora” (p. 316). La duración, he ahí un magnífico indicador para distinguir la buena literatura de la sola escritura pirotécnica, efímera por definición.
Carlos Pujol, un escritor esencial que supo mirar y contar bellamente la realidad que tenía frente a sus ojos.
Imagen referencial, Homenot Carlos Pujol, FARRUQO