Desde el último proceso electoral presidencial (primera y segunda vuelta en pandemia) las redes sociales se han convertido en un lugar común para leer, ver y escuchar los comentarios más alucinantes sobre la realidad nacional, específicamente referidos al acontecer político. Así, se han registrado millones de mensajes en Twitter, Facebook e Instagram, donde los encumbrados periodistas, comunicadores, tradicionales analistas y columnistas de los medios han desaparecido de la atención pública, siendo desterrados por los opinólogos del pueblo.
Gentes comunes, simples -algunos claro está, con bastantes títulos y recorridos académicos-, pero al final de cuentas, ciudadanos que nunca estuvieron en el circuito de los privilegiados por el poder y el contrapoder, han inundado las redes, han formado blogs, páginas de opinión y brillantes medios de comunicación que se leen más que cualquier periódico, se ven más que cualquier canal de señal abierta, se escuchan más que cualquier radio concentradora de ventajas y presupuestos públicos escondidos en sus finanzas privadas.
Y adicionalmente, gentes sencillas, amigos del Facebook, Twitter e Instagram, se vuelven pequeños y medianos referentes de opinión que podemos seguir, no seguir, aplaudir, darles like o leerlos sin que se den cuenta que no estamos de acuerdo con ellos, pero hay algo que nadie discute: no se les puede ignorar.
Y a eso voy en esta columna. Me dicen Pedro, Ximena, Rosita, Carlos, Teodoro y Manuel, que quisieran que sus voces estén impresas en columnas de opinión para que más peruanos se identifiquen en la misma corriente de opinión. ¿Y porqué no lo hacen? –Es que no sabemos como hacerlo, me responden.
Miren amigos, lo que deben hacer, si tienen más de 40 años de edad, es consultarle a sus hijos en casa y ellos les van a dar clases magistrales de cómo se construye un pequeño blog, una página web, un canal de Youtube, entrar como colaboradores en portales ya existentes, poner un programa semanal de radio, todo lo que puedan y no puedan imaginarse. Pero siempre con prudencia –es el mejor consejo-, paso a paso y con dedicación, para que no sea un sueño de una noche de invierno y después de comenzar, apagues las luces.
No esperes que algo ocurra, tienes el poder de hacer que “eso” suceda, si tú quieres que sea realidad.
Ser ciudadanos en un país inundado de sinvergüenzas, ladrones, políticos corruptos, profesionales del alquiler de sus conciencias y traidores, da muchas esperanzas a los que no son parte de esa inmundicia. Los tenemos identificados, sabemos quienes son, de qué viven, cómo sobreviven. ¿Entonces?
La hora de la acción ha comenzado hace tiempo, es momento que tú también actúes y pases a ser gestor del cambio por una mejor Democracia, por una mayor Libertad. Pon tu blog, tu página web, un canal de Youtube, escribe poco a poco, habla en letras simples, transmite opiniones, retuitea lo que te parece correcto, dale fuerza a tu voz y construye con tu voto, la opción del presente y el camino del futuro.
Izquierda nunca más.