En el Perú es muy difícil, casi imposible asistir a un debate político en un medio de comunicación, en alguna universidad, tal vez en un centro de investigación. Es complicado porque quienes fungen de moderadores no cumplen con su rol y se convierten en parte de los que pretenden imponerte su agenda y su posición ideológica. Vas invitado para que te fusilen y además, les cargues las escopetas desde que ingresas. Te menosprecian, te van agrediendo, son diplomáticamente hipócritas y cuando el telón se abre, disparan a tus espaldas y te lapidan de frente, todos a la vez (como el lema de una radio caviar).
No puede ser que no seas de izquierda, es un pecado, es una afrenta “al país” que la izquierda se ha inventado como el lugar de lo correcto, el lenguaje de lo correcto, el comportamiento de lo que ellos denominan en forma absurda “correcto”. Por eso, si eres de centro derecha, derecha, o simplemente NO eres de izquierda, tienes tres opciones: nunca te van a invitar a un medio de comunicación donde los programas son conducidos por periodistas militantes de la izquierda, te invitarán pero para tratar como sea de humillarte o hacerte caer en respuestas provocadas para que tú quedes mal ante la audiencia, te irán haciendo caserito entre los invitados porque vas aceptando que la izquierda “no es tan mala y ellos -los de la izquierda- son buenas personas” (es decir, caíste completito).
En este dramático escenario de los medios, de la academia, de cuanto centro de debates podría existir, la izquierda domina con extrema maldad y odio, imponiendo la agenda de sus intereses, hablando los temas que ellos inventan como urgentes o prioritarios, haciendo que el discurso sea la secuencia de sus resentimientos y por eso, jamás se discute de economía, de programas de desarrollo, de agricultura, de propiedad privada y ahorro personal, de formalizar al informal y cómo lograrlo. No hay debate, sino lista de culpas y culpables. Y por supuesto, tienen siempre una nueva relación de nuevos héroes (nacidos o criados o inventados desde la izquierda violenta del odio, donde cualquier pillo, se convierte en santo).
Las expresiones autoritarias desde la izquierda son un himno de sus odios, van dirigidas a erosionar y dinamitar la frágil democracia peruana y por eso la batalla cultural se acrecienta y la voz de la Libertad no se puede detener.
Ellos, la izquierda del odio y de los odiadores, usan las redes sociales como el complemento del odio, como la plataforma de una supuesta verdad que debe aceptarse sin titubeos, imponerse y otra vez, aceptarse repetitivamente. A eso hay que enfrentarnos, a eso hay que ponerle empeño para derrotarles.
Tenemos muchas misiones en camino, pero la primera de todas es no dividirnos en la lucha por la Libertad y una mejor Democracia. No se trata de estar con Dina o con Castillo, ni menos aún con Bermejo, Cerrón o la frustrada Mendoza.-porque ni uno de ellos es ejemplo de algo bueno-, sino con el Perú y contra el comunismo que la izquierda quiere imponernos con caritas felices y garras miserables.