La educación es la base, el impulso, el sustento y la sostenibilidad permanente de las personas que hacen de sus vidas, un camino de progreso y desarrollo, en paz, con aspiraciones que se van conquistando, construyendo caminos propios y muchas veces, uniendo esos caminos en la vida misma, en el matrimonio por ejemplo, para construir mejores familias y mayor felicidad.
Si le dices esto a una de esas desequilibradas –que en nombre de un irracional feminismo que denigra la feminidad- se calatean en público y por gusto para gritar un montón de frases histéricas, te insultarán en automático, te ofenderán en segundos con calificativos que aquí no los vamos a escribir, porque las inmundicias no nos corresponden a nosotras usarlas, adquirirlas ni engullirlas.
Una mujer no es una anatomía menstrual, tampoco una plataforma de placeres o un servicio de acompañamiento, pero para las neofeministas del siglo XXI, las mujeres somos cualquier objeto, cualquier maniquí, una suma de microorganismos sin dignidad, sin futuro, sin destino. Las neofeministas, algunas lesbianas, trans al revés y de otras denominaciones histriónicas que se multiplican por necesidad de visibilización vulgar y no de reconocimiento personal, han pretendido manipular las mentes de las niñas y de las jóvenes diciéndoles que “no son mujeres” sino cuerpos menstruantes.
El feminismo del siglo XXI es un “neo” escándalo, porque se dice feminista para concentrarse en el reconocimiento de derechos especiales a las personas que integran su red, pero es excluyente de las mujeres que se saben femeninas. No se organizan en ONG’s, colectivos o movimientos para defender a todas, sino a algunas, a las del círculo de la podredumbre supuestamente intelectual y a las del odio por afeamiento espiritual, esa sombra del alma que las oscurece y las hace más infelices en su aislamiento.
Ese neofeminismo degradante -de las feminazis-, no ha aportado nada positivo a la sociedad, más bien, ha introducido términos confusos y repudiables, como inventar que los hombres por serlo (es decir el hombre por ser hombre) es un ente agresivo que piensa obsesivamente cómo eliminar a las mujeres. Esta argumentación extremista de las neofeministas es parte de un irracional discurso que felizmente, va cayendo en saco roto y todas rechazamos.
Las neofeministas de hoy, son feministas a tiempo parcial, son destructoras de la Libertad y eso lo hacen a tiempo completo, a propósito, rentadas, porque viven sumando complejos, resentimiento, hipocresía, maldad, aborto, odios y perversiones frente al amor, la maternidad, la felicidad, el placer, el esfuerzo individual y la suma de logros colectivos.
Las mujeres somos Mujeres, somos femeninas, no feministas.
¿Quieren saber algo más? No van a destruir a la Familia, el concepto de Familia, porque es tan grande la fuerza de esa palabra, que no existe antónimo que la ponga en una sentencia.
¡Vivan las Mujeres!