La desordenada gestión que la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP desarrolló los últimos años, hizo que una suerte de alianza entre funcionarios del gobierno, asesores en la sombra y grupos de intereses unieran esfuerzos para producir una reforma o mejor dicho, “algo así como una reforma” que sólo acabó en enredos, desprestigio y temores sobre el sistema privado de pensiones, específicamente sobre las AFP.
Recordemos por ejemplo el invento de la Comisión Mixta, donde un componente es por flujo o remuneración del mes y el otro, un cobro anual sobre el Fondo individual administrado. Quiere decir que cada mes te cobran un porcentaje de tu salario y como tu ahorro se acumula, al final del año te castigan recortando el 1,25 por ciento de todo tu Fondo.
¿No te acuerdas de eso? ¿No revisas cada mes tus Estados de Cuenta? Esa “caída” es una mochada olímpica en tus Fondos al inicio del año… no es por rentabilidad, sino porque tú elegiste la poco explicada Comisión Mixta, la del cobro anual “adicional”.
Ese sistema de comisiones, por contradictoria que sea esta frase, fue una elección impuesta, un hecho obligado. Si uno no deseaba someterse a esa decisión del organismo regulador, tenía que hacer un trámite personal para decir que deseaba estar donde se encontraba. Mundo al revés.
Ejemplo: si estabas en AFP “Z” y no querías estar en Comisión Mixta, tenías que ir personalmente a la oficina de la AFP “Z”, llevar tus documentos con las copias necesarias, pedir y llenar una solicitud de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP, hacer una cola de más o menos cuatro cuadras (promedio de espera 3 a 5 horas) y al fin, estaba ingresada tu solicitud de seguir donde estabas, para que no te cambien.
Ese trámite era personal y no se podía hacer en línea. Cuando abrieron para hacerlo por la página web de la Superintendencia, todo colapsó, como siempre.
Luego…. se llamó a Licitación de Afiliados, colocando a las personas como un paquete de números ofertados cada dos años ante postores que ofrecen cobrar lo mínimo posible, para darte lo que la Ley establece, siempre y cuando todos estén obligados a pertenecer al monopolio privado que el Estado ha creado o garantiza favorecerlo cada dos años.
En otras palabras, si eres joven, te afilias obligatoriamente a una sola AFP, vas a esa empresa privada o te suicidas en la ONP, en el quebrado sistema de reparto.
Elegir ya no existe, la Libertad de Contratación se abolió, se suspende en caso seas joven, ya que tienes que aceptar “obligatoriamente” sólo lo que quiere el Estado, no es una reforma, es otra imposición, eso no es Libertad.
Después se dictó una norma obligando –esa es la fórmula de mercado del regulador- que todos los trabajadores independientes se afilien compulsivamente y en plazos perentorios a un sistema de pensiones, del Estado o de esa única AFP.
Sin embargo, estaba tan mal redactada la Ley y fueron tan perversos sus comunicadores, que la reacción ciudadana logró dar marcha atrás a un atentado evidente contra la libertad de contratación y elección.
¿Y porqué en este caso si triunfó el rechazo a la imposición? Porque no era la voz de los nuevos, de los más jóvenes, sino de los que siendo Independientes y pagan impuestos, son un poco mayores, se trata de gentes que saben lo que cuesta el dinero y tuvieron mejores interlocutores en las redes y en cada debate público.
Y en medio de tantos negocios, acomodos, idas y vueltas, el prestigio del sistema privado de pensiones “golpe a golpe” se fue acercando al desprestigio del sistema nacional de reparto, al momento que pocos diferencian entre uno y otro e inclusive, decenas de miles prefieren ir hacia la administración estatal, ante la reducida capacidad operativa y de servicios del privado.
No explican, no existe información previa, no están enlazados con los clientes financieros –en especial siendo tan jóvenes los que están obligados a afiliarse- y entonces, cuando las dudas surgen, cuando los mercados son tan volátiles y cuando no existen liderazgos en la comunicación desde los responsables, la agitación radical y el populismo aumentan esas dudas y las transforman en temores, rechazo y condena.
Como corolario en este panorama complicado, existe en la Ley una tablita salvadora que se llama Fondo de Educación Previsional, el que se debe activar de inmediato para que se explique, informe, eduque y capacite a los dueños del ahorro previsional.
No es un Fondo para que se use en dirigentes sindicales, tampoco para que un grupo de economistas metidos en el lobby financiero armen su ONG.
La educación en el ahorro para las pensiones de jubilación es un imperativo actual y puede convertirse en el mejor camino para entender la necesidad de construir una mejor sociedad, con mejores ahorros, con mayores pensiones.
Si se duplicase el número de afiliados a las AFP y de ese total por lo menos la mitad fuese cotizante habitual, el Perú se convertiría en cinco años en un motor de inversiones regionales imparable, gracias al ahorro de los trabajadores, ahorro que es propiedad privada de cada uno de ellos, no del Estado, no del gobierno, no del Congreso.
Un consejo final, lee tu Estado de Cuenta, entérate hoy, no al final de tu vida.