San Agustín lo supo decir muy bien: “mi corazón está inquieto, Señor, hasta que descanse en Ti”. Disfruto, grandemente, con la poesía. Ella consigue, en muchos casos, atisbar bellamente el corazón de la realidad, en lo que tiene de paraíso, valle de lágrimas o llano uniforme.
Particularmente, me conmueve aquella poesía que desentraña el quid divino que anida en la prosa de lo ordinario o en el hecho maravilloso. He disfrutado la lectura pausada de la antología poética editada por Carmelo Guillén y José Cabanillas, de sugestivo título “Dios en la poesía actual” (Rialp, 2021); un ramillete generoso de poesías, cuyo común denominador es el diálogo del poeta con Dios. Muchos poemas son oración hecha verso.
He aquí una breve selección de algunos versos en los que podemos detenernos para hablar con Dios. El poemario completo está al alcance de un click.
PERDIDA ESTOY
Perdida estoy, Señor; cógeme de la mano; hazme danzar como a un derviche; embriágame de luz (Gracia Aguilar)
GRACIAS, SEÑOR, POR MIS DEBILIDADES
Gracias, Señor, por mis debilidades, por el aire que piden los pulmones, por el agua y la sed, por mi perro guardián, este dolor que ladra en las heridas (Javier Almuzara)
MALCRIANZA
Me pasa como al niño cumpleañero a quien lo colman tanto de regalos que ya no sabe qué decir ni hacer. Ese eres Tú, Señor, agasajándome: para mí todo te parece poco. Ya eran excesivas las estrellas, pero Tú no, Tú a regalar la luna, el sol, el agua, el árbol; y venga a darme más: el bien, la vida, mi familia, mis ojos. Y yo abriendo, abriendo y arrumbando en un rincón. ¡Que yo no sé jugar a tantas cosas! No voy a hacerles caso ni a cuidarlas. ¿No ves que soy un niño? (Daniel Cotta, Inédito)
FE
A Lázaro saliendo por su pie de la muerte, y no digamos nada si un cadáver a los tres días vuelve a hablar con uno y le pide que meta el dedo en sus heridas. Qué fácil. Lo difícil, la verdadera Fe es esto de escucharte cuando callas, seguir creyendo en Ti cuando te has puesto este disfraz de Nada y, escondido detrás del escenario, como si no pudieras cualquier cosa permites (sonriéndote, seguro) que los hombres vayamos manejando de esta manera absurda la vida, el mundo, el siglo XXI (Miguel D´ors).
DESCALZO
Descalzo mi mirada para leer tu nombre. Descalzo mi memoria para pensar tu nombre. Descalzo mi palabra para decir tu nombre. Tú, que no tienes nombre. Sin tu nombre te nombro. Te nombro para oírme existir mientras te nombro (Federico Gallego Ripoll).
NADA SOBRA
Para quererte a Ti, mi Dios, me remueven tu Cielo y el infierno. La sal y la pimienta de mi amor son algo de interés y un poquitín de miedo. Y, agradecido, yo me apunto—sin frenos y sin desenfreno— a gozar los encantos de este mundo al que ya desde el Génesis firmaste el visto nuevo. Me enamora tu obra, sobre todo, las cosas, las cosas más sencillas, y no renuncio a nada, ¡nada sobra!, sobre lo que adorarte de puntillas (Enrique García- Máiquez).
LÍBRANOS DE LA ENVIDIA
Nosotros trabajamos dejándonos la piel del orgullo en las cercas de espino que protegen las lindes del talento. Oh Dios, que no quisiste que todos fueran águilas ni que todos alondras e hiciste gorriones, sonríe con los versos pequeñitos y grises con los que te piamos. Recuérdanos, a veces, que nos quieres así, cantando y encantados. Líbranos de la envidia y enséñanos a verte en las obras de otros. Y, Padre Nuestro, danos, sin que nos demos cuenta, la luz de esas verdades que niegas a los sabios. (Enrique García-Máiquez).
NADA SABE
¿Y qué puede saber quien no ha sufrido? Quien se ha encerrado en la prisión del goce niega su corazón: no lo conoce porque ignora el valor de su latido… Nada puede saber quien no ha sufrido… Nada sabe quien no ha sentido el roce del labio de la muerte, el tibio roce que deja nuestro espíritu aterido… No hay saber sin dolor, sin sufrimiento… Sólo hable quien pisó el más hondo infierno y calle el gozador, que nada sabe… Sólo hable quien perdió todo el aliento y floreció tras un muy largo invierno y humilde ya, confía a Dios su nave… Ya nada más (Mario Míguez).
VALLE DE LÁGRIMAS
UN valle como éste, en el que existen el gorrión, la rosa, los ríos y los árboles, las nubes, mayo y septiembre, y el amor y la luz que en sus anchos dominios a todos nos acogen, no puede ser que sea triste valle de lágrimas, por más que el llanto a veces prospere en nuestros ojos, o aunque lloremos lágrimas de sangre (Eloy Sánchez Rosillo).
MI HACIENDA
Porfiar en la fe, ésa es mi hacienda, presentir infinito a cada paso. Saber que el pan es un misterio traído por la Mano Maestra, que multiplica el milagro del trigo en abundancia y en manos terrenales ungidas de Su sabiduría. Bendigo esta sed que es tan mía, condenada a ser sed por tanto tiempo, en el presentimiento de la Fuente que viene humedeciendo la abrasadora herida de todas mis preguntas (Beatriz Villacañas).
GRACIAS
Celebro la palabra que pones en mi voz, y mi voz misma, que quiere ser Tu eco, que dice, calla y canta, la voz que Tú me diste, con la que tiendo lazos de amor y a Ti te llamo. Celebro desde esta pequeñez que se sabe tan frágil la fuerza que me das y que me impulsa a seguir en Tu busca, la que me hace sentirte y volver a reír después del llanto (Beatriz Villacañas, Inédito)
MILAGROS PERMANENTES
Te doy las gracias, por sentir los milagros permanentes, que se derraman en cada gota de vida y a cada paso nuestro nos enseñan que todo aquí ha nacido de la fecunda raíz de Tu Palabra. Te doy las gracias por la noticia Tuya del amor a diario. Nada como el Amor para darnos noticia de lo eterno (Beatriz Villacañas, Inédito).