La imagen, la tilma, las rosas, este es el mensaje. Así de sencillo, sin glosa, junto a la seguridad de que “Ella es mi madre, que está aquí”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Santa Misa que presidió en la memoria de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, celebrada este martes, 12 de diciembre, en la Basílica de San Pedro.
La imagen de la Virgen impresa en la tilma
Al dirigirse a los más de tres mil fieles y peregrinos que se congregaron en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre les dijo que, lo primero que nos viene a la mente al celebrar esta fiesta es la imagen de la Virgen impresa en la tilma, la imagen de la primera discípula del Señor.
“Es la imagen de la primera discípula, de la madre de los creyentes, de la misma Iglesia, que queda impresa en la humildad de aquello que somos y tenemos, que no vale mucho, pero que será algo grande a los ojos de Dios, queda impresa en la tilma”.
Las virtudes que el Señor infunde en nuestro corazón
Pero, para que imagen se impregne en la tilma, la Virgen pide a Juan Diego un pequeño trabajo, recoger unas flores. En este sentido, el Papa Francisco recordó que, las flores, en la mística, significan las virtudes que el Señor infunde en el corazón, y que no son obra nuestra.
“El acto de recogerlas nos revela que Dios quiere que acojamos ese don, que perfumemos nuestra débil realidad con obras de bien, eliminando odios, temores”.
“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”
En esta nueva óptica, indicó el Pontífice, el mensaje de Guadalupe, las palabras de la Virgen: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”, cobran un nuevo sentido. Ese “estar” de la Virgen es quedarse permanentemente impresa en esas pobres ropas, perfumadas por unas virtudes recogidas en un mundo que parece incapaz de producirlas.
“Virtudes que llenan nuestra pobreza en la sencillez de pequeños gestos de amor, que van iluminando nuestra tilma, sin que nos demos cuenta, con la imagen de una Iglesia que lleva a Cristo en su seno”.
El mensaje guadalupano no tolera ideologías
Finalmente, el Papa Francisco indicó que, el mensaje guadalupano nos defiende de tantas ideologías sociales y políticas y que no tolera ideologías de ningún género.
“La imagen, la tilma, las rosas, este es el mensaje. Así de sencillo, sin glosa, junto a la seguridad de que Ella es mi madre, que está aquí. Y este mensaje nos defiende de tantas ideologías sociales y políticas con la que con tanta frecuencia se usa esta realidad guadalupana para fundamentarse, justificarse, y ganar dinero. El mensaje guadalupano no tolera ideologías de ningún género. Sólo la imagen, la tilma, las rosas”.
El encuentro con Juan Diego
En 1531 la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe apareció a Juan Diego, un azteca convertido al cristianismo. En aquel periodo México estaba envuelto por violencias y, sobre todo, por continuas violaciones de la dignidad humana. Quienes sufrían graves discriminaciones eran, en particular, las poblaciones indígenas.
Las apariciones marianas sellan el encuentro entre los nativos y Cristo. María se presenta como la “Madre del verdadero Dios”. La Bienaventurada Virgen elige a Juan Diego como su mensajero. El hombre refiere que la Señora le ha dicho de construir, en aquel lugar, un santuario. El obispo no cree en sus palabras. El 12 de diciembre de 1531 la Señora deja crecer sobre el terreno, en pleno inverno, perfumadas rosas. Juan Diego las recoge en su manto. Cuando lo abre ante el obispo para mostrar las flores, sobre el tejido aparece la imagen de María. Está retratada como una joven india. Por esto, es llamada por los fieles “Virgen morenita”.
La tilma
La tilma es un tejido de fibras de agave, usado en México por los indios para realizar vestidos. La Virgen, de piel oscura, viste una túnica roja. Está rodeada por rayos de sol y bajo la luna, a sus pies, aparece un ángel.
La mirada de María
En la imagen impresa sobre el manto, los ojos de María presentan ramificaciones venosas del ojo humano. En los párpados aparecen particulares de extraordinaria precisión. Son imágenes tan pequeñas que solo con las técnicas de agrandamiento hasta dos mil veces, ha sido posible localizar. En el ojo derecho aparece un grupo familiar indígena. Son una mujer con un niño en su espalda y un hombre con algo similar a un sombrero que la mira. En el ojo izquierdo aparece un hombre anciano con barba, identificado como el obispo. Esta última es la escena de cuando Juan Diego abre su manto delante del obispo y, por primera vez, se desvela la imagen mariana.
El Santuario
La mirada de María se dirige en particular hacia los oprimidos y los sufrientes. Cada año millones de peregrinos visitan el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde es conservado el manto (tilmàtli). Juan Diego ha sido proclamado santo el 31 de julio de 2002 por el Papa Juan Pablo II. La Basílica actual ha sido construída en 1976.