Un miedo que no deja de crecer, una angustia que los atormenta, escenarios complicados en los cuales puede darse el caso que las izquierdas del odio no tengan ni siquiera un Senador, ni siquiera un Diputado y ni un solo gobernador regional a partir del siguiente proceso electoral. Y es que no se trata de una crisis política en el interior de los vientres de alquiler del comunismo y sus muchas marcas comerciales con nombres que a nadie les atrae, sino que la perversidad de la ideología que ellos construyen, se desmorona a diario cuando los ciudadanos se dan cuenta que es puro cuento, chisme, grito, estafa y panfleto, que es insostenible ese grupo de partidos que se dicen ser socialistas, progresistas, reivindicacionistas, ambientalistas, verdes, podridos o morados, amarillos o ennegrecidos por sus fracasos, es decir, por su historial de nulidad y frustración permanente.
Revolucionarios de bar violento con ambiente agresivo, rostros huidizos para enfrentar la verdad, caricaturas de lideres y bocetos inacabados de dirigentes a renta vitalicia -en sindicatos sobre todo-, esa es la vanguardia que una vez gritaba “revolución, patria o muerte” y sin embargo, no quería revolución sino imposición, no quería a su patria sino a otras banderas, no quería la muerte, sino la destrucción de la sociedad para luego matarla poco a poco, con la dictadura de la nueva burguesía acomplejada, eso que se llama caviares.
Resentidos, olvidados, siempre enfrentados entre sí mismos, los negacionistas, activistas y militantes de los restos del marxismo acriollado, se mueren de miedo por el futuro que está frente a ellos, ahora.
Para las izquierdas del odio, Alberto Fujimori es su contendiente diario, como sea, por lo que sea, aún habiendo fallecido. Su sombra, sus obras, sus errores, sus aciertos, atemorizan a los activistas del odio. Y lo mismo sucede con Keiko Fujimori, a quien le han dado con extremos de cárcel sin condena y persecución interminable, sin que ella huyera o silenciase su carrera política. Igual ocurre con Rafael López Aliaga, que es el nuevo “odiado”, ante el cual ya no saben qué decirle, cómo desmerecerlo, cuando dejar de atacarlo.
Sin ideas, sin propuestas, sin argumentos… con envidia, resentimiento y mentiras, todo en contra de Fujimori, en contra de Keiko, en contra de Porky desde que se inicia la mañana, hasta que atardece y cae la noche. No se dan cuenta estos incapaces e ignorantes de las izquierdas del odio, que Fujimori, Keiko y Porky son tres espacios de opciones parecidas en algunos aspectos, pero cada una con su propia identidad y que si desean estar a la altura de lo que representan para los ciudadanos -Fujimori, Keiko y Porky- , tienen que intentar usar la honestidad en sus compromisos y ofertas de gobierno, porque hasta el momento y casi siempre, de los gritos, murmullos y susurros , no pasan, no pasarán.
Considerando lo explicado, reitero: no creo que las izquierdas tengan representación parlamentaria a partir del 2026 y creo que ese espacio que dejan, lo ocuparán grupos que se dicen ser de centro y grupos que impondrán desde la derecha popular, un nuevo estilo, lenguaje y actitud para el cambio, una agenda sostenible en el tiempo, para beneficio del Perú y de todos los peruanos.